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“Ardilla” Vásquez con Don Bosco en el pecho

Por: Diario Concepción 30 de Septiembre 2019
Fotografía: Lukas Jara M.

Jorge Vásquez es reconocido por sus años en la UdeC, con gran cantidad de títulos y triunfos a nivel universitario y profesional. Pero menos se sabe de sus inicios en el básquetbol, cuando estudiaba en el Salesiano y jugaba por Adicpa, con el gimnasio lleno y el “Ese con A” estallando desde la galería. El base recuerda con mucho cariño esa etapa y, por donde va, sigue presentándose como salesiano. “Eso te queda para siempre. Los que estudiamos ahí saben de qué hablo”.

Repasando esa época de los “Buenos Días” y la prueba coeficiente dos, Vásquez cuenta que “toda mi vida tiene que ver con Salesiano, porque hice mi etapa escolar completa ahí y fueron días muy lindos. Además, el colegio siempre ha tenido mucha historia con el básquetbol y en ese tiempo teníamos un equipazo. No recuerdo haber perdido… De verdad era tremendo equipo. Jugábamos siempre las finales con el Alemán y Saint John’s, que eran como los grandes rivales, pero ganábamos nosotros (sonríe)”.

¿Y quién era su profesor en esos años? “Erick Vera… El ‘Cabezón’ Vera, le decían todos. Estuvo mucho tiempo ahí y fue importante como mi primer entrenador. Recuerdo a varios compañeros de ese equipo, como Max Brandau, Nelson Mella, Eduardo Toledo, que es mi yunta, Rodrigo Arriagada… Diego Osses, que también terminó siendo profesional. El equipo destacaba tanto en Adicpa, que sabíamos que ya nos estaban mirando desde las universidades”, comentó.

Y ahí surgió su sobrenombre. El armador explica que “me pusieron ‘Ardilla’, porque era flaco y andaba por aquí, por allá. Los que me conocen de chico son los que me dicen así y es divertido porque si voy por la calle y alguien me grita ‘Ardilla’ sé al tiro que es alguien del Salesiano. En esos tiempos, el deporte y el equipo de básquetbol tenía un objetivo más lúdico, pero cuando entrabas a competir, igual querías ganar siempre”.

Los profesores lo recuerdan con cariño y él señala que “nunca se me olvida ese gimnasio lleno, con mil 200 personas, y parando las clases para vernos jugar. Fui hace un par de años y ya no queda casi ninguno de mis ‘profes’. Ya no está don Milton Barrientos y otros emblemáticos. Han cambiado harto las cosas, pero todo lo que aprendí como persona y deportista hoy lo aplico en mi pega, donde trabajo con gente que tiene problemas de obesidad y sobrepeso. Y, bueno, todavía tengo guardadas todas las medallas, ahí está la colección y todos mis recuerdos”.

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