Cultura y Espectáculos

Realismo mágico en Chiloé: ...y de pronto el amanecer

Por: Esteban Andaur 22 de Abril 2018
Fotografía: y de pronto el amanecer.

Le tomó trece años a Silvio Caiozzi, desde Cachimba (2004), hacer una nueva película, la cual en 2017 ganó el Festival Internacional de Cine de Montreal.

Le valió a Silvio Caiozzi el Grand Prix des Amériques en el Festival Internacional de Cine de Montreal el año pasado. Pero Una mujer fantástica (2017) ya había competido en Berlín y se había estrenado comercialmente en Chile, así que y de pronto el amanecer (2017) no podía ser la candidata al Óscar por nuestro país, aunque puede que lo sea para este año.

Caiozzi es conocido por sus filmes literarios: todos son adaptaciones de libros, y suelen ser coescritos por novelistas y él. Por ende, no es novedad que esta vez la historia se trate de un escritor, Pancho Veloso (Julio Jung), quien viaja a Chiloé a reencontrarse con sus amigos y el pasado del que huyó hace tantísimos años, con el fin de escribir unas crónicas para una prestigiosa revista de Santiago, las cuales terminan convirtiéndose en una novela autobiográfica con sus conocidos de protagonistas.

La fotografía es como la del cine chileno de los 90: la textura de la imagen es brillosa, gruesa; hay veces en que ciertos personajes están iluminados de tal forma que puedes advertir que hay un foco emitiendo una luz blanca y compacta sobre sus cabezas, en lugar de confundirse la iluminación con la escenografía. Pero esto enfatiza la inherente nostalgia. Dado que el rodaje fue en locaciones reales, con un villorrio entero reconstruido en Chiloé para propósitos del filme, los espacios, anticuados, son reducidos, y los encuadres no son fáciles ni cómodos. Pero la distribución del color en cada fotograma es efectiva en proyectar añoranza y equilibrar los espacios en donde se mueven los personajes.

Los textos de Pancho se expresan en la pantalla, haciendo del personaje un narrador poco confiable (¿cuánto de realidad hay en su memoria?), y él nos lee en off algunos fragmentos que matizan lo que vemos, donde el drama histórico se mezcla con el realismo mágico y éste se casa con la metaficción. Es bastante material para una sola película, mas el guion lo maneja con una gimnástica narrativa impecable; los pasajes fantásticos ocupan el tiempo suficiente como para emerger como relatos aislados dentro del metraje, como cuentos de una colección. Los diálogos son bellos y elocuentes, y todo esto emerge de la pluma de Pancho.

Una mujer sin rostro, un hombre que desea atrapar el Sol con la mano, por ejemplo, son algunas de las personas que transitan por los recuerdos del protagonista. La secuencia de un duende gaucho es, en particular, cautivante. Y hay una espléndida escena de una fiesta de preparación para un funeral, colorida y melancólica, donde los personajes disfrutan y se desafían en gestos sutiles pero penetrantes, como en un filme de Michael Cimino, de escenas extensas y ambiciosas en simbolismos. y de pronto el amanecer quiere ser una epopeya sobre el proceso literario de un hombre atormentado. Abarca muchas ideas…, pero ¿es el resultado, proporcionalmente, satisfactorio?

Amo las películas largas, y amo Canadá, así que esperaba amar y de pronto el amanecer. Para una duración de 199 minutos, es claro que éste no es el tipo de entretenimiento escapista que suele vender entradas de cine. No es una historia compleja; es, de hecho, muy accesible, y aún más por su estética. Sin embargo, es muy personal. Tal vez demasiado.

En una escena en el baño, Pancho se mira al espejo y el reflejo se mofa de él; Pancho rompe el espejo y los vidrios multiplican el reflejo con vida propia. La escena funcionaría si no fuera por la narración en off del personaje, que, en este caso, se entromete en una situación que no necesita de palabras, tornándose pretenciosa. Y es entonces cuando la película empieza a abusar de exceso de diálogos y escenas que exigían un montaje más sintético.

Lo que tenemos más adelante es a Pancho describiendo con exactitud lo que los fotogramas muestran. Es molesto, pues las palabras ahora no están a la altura de las imágenes, y si bien son bonitas, no son lo que uno esperaría escuchar de un buen escritor, o de un buen guionista. Esto es sobre todo irritante en una larga secuencia donde el joven Pancho ingresa a la casa de su amada, ahora casada con un militar, justo después del Golpe del ‘73. La tensión del momento es estropeada por la obviedad de la voz en off, incapaz de crear poesía ni descubrir cosas que no podríamos vislumbrar en los personajes. Cuando Jung dice que su yo joven teme interrumpir a la mujer que ama en medio de la noche, ya que su marido puede estar disfrutando de sus <<zonas prohibidas>>…,¡uf!

Si él es un buen escritor, y debemos suponerlo porque toda la película se trata de la escritura de su libro (o sea, si el libro es tan importante es porque está bien escrito, no hay otra posibilidad), no puede referirse a la vagina de una mujer como <<las zonas prohibidas>>. Como lo hizo, tengo que dudar de sus habilidades literarias. ¿Cuál es tanto el pudor? Debió usar otra metáfora, algo más sofisticado, o no haberlo dicho, porque es obvio que ése es el temor más grande del joven Pancho en ese momento; o, mejor aún, la película debió prescindir de esta narración en off en estas escenas. A lo más, ésta debió ser rociada de vez en cuando en la banda sonora, para no abrumar lo evidente de las imágenes y no impedirnos proyectar nuestros sentimientos y pensamientos a la pantalla.

Me percaté de que Pancho escribe como un escritor de dos o tres generaciones antes que él, y no es un cumplido. Fue aquí que y de pronto el amanecer devino en una obra narcisista, casi una especie de indulgencia geriátrica, y fui excluido de la experiencia, pues mi imaginación no era suficiente frente a la insistencia de Caiozzi de posar como maestro de las letras a través de su protagonista, haciéndole declamar peroratas.

Por otra parte, si el romance clandestino de Pancho es tan relevante en la historia, las razones de la mujer a la que ama son en absoluto exploradas: ella es vista, no desarrollada. Además, los encuentros de ambos son muy escasos, por lo que no pude creerme un amor tan profundo. Y si todas las mujeres de la época soñaban con casarse con militares, ¿por qué esto no es explicitado? ¿Por qué Pancho no la criticó por esto? ¿Por qué Pancho la ama tanto? ¿O está enamorado de la silueta de ella, de su imagen de musa? ¿O está obsesionado porque en su pequeño mundo no conoce nada más? Es bien difuso el asunto.

…y de pronto el amanecer prometía ser una ensoñación sobre hechos desgarradores, en específico, de la muerte en circunstancias románticas y políticas. Al cabo y al fin, se vuelve un melodrama sobre la reconciliación entre dos amigos de la infancia, y uno bastante inocuo, desprovisto de profundidad psicológica. Ahora bien, hay algo de lucidez en la observación de comportamientos excéntricos en las tierras australes del país, y las actuaciones son sólidas. Pero Caiozzi ha elegido hablarles a sus amigos, a su generación, se queja demasiado de los celulares en la vida diaria de la gente mayor, y hacia el final el realismo mágico es casi olvidado.

Por la mayor parte el filme es sólo belleza, mientras que el resto es un intento arduo de acariciarla. Es bonito.

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