Cultura y Espectáculos

“Corto Maltés”, la balada del dibujante trotamundo

Por: Diario Concepción 02 de Diciembre 2017
Fotografía: Cedida.

Este artículo pertenece al libro “Tiempo vespertino”, escritos periodísticos de Guillermo Chandía, publicado en el año 2010, bajo el sello editorial Escaparate de Concepción. Chandía, periodista que trabajara en Crónica y El Sur y que falleció en 1996, publicó cientos de artículos en los suplementos de ambos periódicos, trabajos que con el tiempo acrecientan su conocimiento y profundidad, volviéndose patrimonio del periodismo penquista.

Por: Guillermo Chandía 
Artículo escrito el 27 de agosto de 1995

Hugo Pratt, el dibujante ítalo-argentino, fue uno de los que creen que las páginas de cuadritos ilustrados y globitos de parlamento y pensamiento se dibujan para mucho más que mos- trar escenas violentas, onomatopeyas y personajes tan ficticios que se salen de las páginas para convertirse en poleras, insignias, adhesivos o envoltorios para chicle. O que salten a una película sin humanidad pero cargada de tópicos también “vendedores”.

Porque, ¿es posible comparar a un súper héroe con El sargento Kirk, el Corto Maltés, Ernie Pike o Ann y Dan? Los “monos” de entretenimiento, ¿pueden tener vida en el Caribe de “Abuelos y Leyendas”, en esa África de Ann y Dan y Cato Zulú o en las inmensidades del Pacífico de “La Balada del Mar Salado”? ¿En qué Ciudad Gótica o Metrópolis se puede encontrar el genio del Corto, el embrujo de Hipatia, la valerosa inocencia de Pandora Groosvenor, la letal belleza de Madam Java o la sensibilidad de Pike?

Historia dibujada

Pratt nació en Italia en 1927, en pleno fascismo. Su abuelo era socialista y su padre camisa negra… El eligió ser libertario porque no podía ser nazi, como le dijo una vez al historietólogo español Javier Coma. A los 16 años presenció la caída de Mussolini y a los 22, habiendo ya trabajado por encargo y colaborando con historietas de pres- tigio, emigró a la Argentina, como muchos dibujantes italianos, unos perseguidos por el fascismo y otros que no tenían trabajo en la Italia de posguerra. En Sudamérica encontraban ocupación como dibujantes y grabadores de estampillas, viñetas, etiquetas, billetes… e historietas.

Hugo vivió, con intermitencias, 17 años feraces y felices en su segunda patria. En Buenos Aires ayudó a mover un período brillante de la historieta argentina, que se había gestado en una temprana defensa de lo nacional ante lo extranjero en esa materia. Varias editoriales, muchas revistas, numerosos dibujantes y guionistas y variedad de personajes nutrieron una producción que rebalsó fronteras.

Cuando retornó a Italia, siguió viajando acompañado del éxito. En los años 70 había llegado al primer plano mundial de la historieta.

El expresionismo

El florecimiento de una forma, estilo y contenido de la historieta argentina se afianzó en muy buenos guionistas, Ongaro y Oesterheld los más famosos. Enrique Breccia, Solano López y Hugo Pratt, al articularse dialécticamente con aquella literatura hicieron ver los múltiples sentidos que alientan al moderno relato dibujado.

Estos tres grandes del dibujo recurrieron a un expresionismo que “se manifiesta en un cultivo sincopado de los contrastes de tono, en la línea escueta del movimiento, cargada, sin embargo, con efectos que van más allá de la representación realista, en la definición de tipos faciales y corporales extremos que sugieren su pertenencia a un repertorio dramático cerrado”, como analiza Comas con tanta precisión. Es un dibujo con detalles que remiten a lo grotesco y a lo terrible, que sugiere y busca la elipsis antes que la descripción. Y en un sentido fatal de la acción que se otorga incluso a lo inmóvil dibujado.

Fue un descubrimiento con influencias y antecedentes, pero sumamente original y parecido a la irrupción del montaje en el cine. Con esta forma de expresionismo, la historieta pudo liberarse de la mera acción, profundizar caracteres, asimilar situaciones verosímiles y crear personajes que ya no eran solamente “monos”. Así Hugo Pratt pudo dar vida al sargento Kirk, recrear a Ernie Pyle (Pike) y plantar la saga personal del Corto Maltés empezando con la epopeya del Mar Salado.

El corto

Cuenta Hugo Pratt: “El Corto Maltés es consecuencia de los encuentros que tuve con otros individuos a lo largo de mi vida y de mis viajes, a lo largo de lo que puede constituir la suma de mis experiencias… Agarrando todas estas experiencias y hecha una síntesis, sale Corto Maltés. Para él elegí un período histórico que es el principio de este siglo, porque es un período de grandes cambios económicos y políticos. Desde el romanticismo se giró hacia la toma de conciencia que las grandes revoluciones, Marx y Engels han proporcionado a la sociedad. No puede perderse de vista el materialismo histórico y para estar en comunión con la conciencia del individuo había que analizar cuanto estaba pasando. Pienso que el Corto es un ejemplo del tipo de hombre correspondiente a esta situación. Par- tiendo de una actitud romántico-aventurera toma conciencia de los importantes cambios que hubo en aquella época. Un trabajo basado sobre la acción hubiera llevado a recalcar la temática del aventurero romántico de la historieta anglo-sajona. El europeo en general se define como hijo de la cultura burguesa, mientras que la cultura popular ha estado impuesta por la riqueza de los pueblos anglo-sajones. El Corto ve los problemas desde su condición de aventurero. Vive dentro de una cierta ética que es la suya y no la mía. Mientras realiza sus historias, muchas veces me daba cuenta que él hacía y decía cosas contrarias a mi manera de ser”.

Ficción comprometida

No sólo el Corto Maltés ve la realidad y, quiéralo o no, se sumerge en ella con su espíritu aventurero. El sargento Kirk es un renegado del ejército de los Estados Unidos que está exterminando a los comanches. Los ingleses, alemanes, beduinos e italianos de “Los escorpiones del desierto” viven la insensatez de la guerra en África. El principito Bonaparte quiere hacerse un nombre y va a morir en las guerras zulúes.

Los oficiales británicos que albergan a Dan y Ann en África Ecuatorial tienen que ser imperialistas a pesar suyo. Y cuando Hugo Pratt se asocia con Manara para “Verano Indio”, hacen una histo- ria social-erótica de las relaciones de los europeos y pieles rojas del siglo XVII-XVIII. En “La balada del Mar Salado”, una guerra paródica en el Pacífico Sur, trágicamente arrastra a ingleses, alema- nes, maoríes, polinesios, a los hermanitos Groosvenor embarcados en Viña del Mar, al Corto Maltés y a Rasputín, cuya maldad es tan humana que lo lleva a traicionar sus mejores intenciones.

Junto con Héctor Oesterheld, quien está desaparecido des- de su secuestro por fuerzas de seguridad durante la última dictadura militar (1976-1983), creó al corresponsal de guerra Ernie Pike. Pratt se inspiró en un ser real, el estadounidense Ernie Pyle, muerto en acción en una isla japonesa pocos días antes del final de la Segunda guerra Mundial, y tomó los rasgos de la cara de Oesterheld para dibujar la de Pike.

La ausencia de Hugo Pratt recién se está empezando a sentir. “Sus aventuras se parecían a su vida. La noticia de su muerte debe ser un invento de los periodistas”, dijo el humorista gráfico argentino Caloi al día siguiente del deceso, al diario Clarín. Su colega Roberto Fontanarrosa declaró que Pratt “influenció a toda mi generación y marcó una revolución con su estilo casi cinematográfico”.

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