Chile es el segundo país con más probabilidad de que una persona del tercer quintil, clase media-media, retroceda al segundo, mediabaja. Igualmente el 25% del grupo clasificado como vulnerable está en riesgo de descender al primer quintil, esto es, pobreza.
Con todas las urgencias nacionales, esta situación no es de aquellas que debiera postergarse. Ya tenemos suficiente evidencia de sus negativos efectos sobre muchos niños chilenos como para seguir buscando excusas.
Está la obligación de combatir la delincuencia y asegurar la seguridad ciudadana; pero, al mismo tiempo, tiene que haber, por parte del mundo político, señales de la voluntad de trabajar por el bien del país, con muestras concretas que efectivamente lleguen a la gente.
La sensación de la ciudadanía, entonces, es que, por más que se produzcan manifestaciones multitudinarias, los responsables de hacerse cargo de los problemas hondamente sentidos y justamente demandados, no lo han hecho cuando debieron haberlo enfrentado.
La necesidad de una nueva Constitución cuenta con gran apoyo en la ciudadanía, especialmente en jóvenes hasta 30 años y adultos entre 46 y 60 años, con un 82% de respuestas favorables.