Opinión

Los locos indispensables

Por: Diario Concepción 26 de Septiembre 2018

Hay gente que ayuda a los demás, sobre todo, si éstos tienen algo interesante que hacer y les faltan recursos, un buen ejemplo puede ser Mecenas, el soporte de artistas por antonomasia, para no herir la natural modestia de filántropos nacionales. En esa exclusiva lista se puede encontrar a Ludovico el Moro, César Borgia y muchos otros, a pesar de sus otros perfiles por lo menos dudosos, por no decir asesinos y corruptos a niveles asombrosos hasta para los estándares del Renacimiento.

Otro insigne representante es Rodolfo II de Habsburgo, soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, rey de Bohemia y Hungría, y Archiduque de Austria, yerno de Carlos V. Nacido en Viena 1552, el pobre pasó su adolescencia en el peor sitio para ser adolescente, en la sombría y cejijunta corte española de su tío Felipe II, donde nadie se reía en la fila.

Al asumir el poder en 1576, abre su palacio en Praga para recibir a sabios, adivinos, alquimistas, artistas. Tycho Brahe, quien elabora, con su auspicio, las Tablas rodolfinas con el movimiento de los astros, a Guiseppe Arcimboldo, que lo pinta con la cara compuesta por frutas y verduras, junto con otros desatados en esta auténtica corte de milagros.

Sin embargo, y a lo mejor por eso mismo, entra en un profundo estado depresivo en el año 1598. Su hermanito Matías, toma el poder en 1606, poniendo fin a los despilfarros de este rey, tildado a estas alturas de loco de atar, en efecto, es recluido y así muere, en 1612, con mucha pena para los investigadores, científicos, artista y otros entusiastas innovadores, que con Rodolfo tenían asegurado los recursos para mantener el alma pegada al cuerpo.

Menos mal que todavía hay locos que son capaces de apostar por ideas, algunas peregrinas, otras increíbles, pero que a veces logran cambiar al mundo.

PROCOPIO

Etiquetas