Especial

La batalla para no llegar a la última cama

El sistema regional de salud ha estado funcionando al límite hace meses. Según cifras del Ministerio de Salud, desde comienzos de año hay una ocupación del 89% al menos, y que se ha agravado hoy, en que la cifra bordea el 95%. Como la situación es similar en el resto del país, hay cada vez menos posibilidades de trasladar pacientes a otras regiones y se acerca el momento del que nadie quiere hablar: un escenario sin camas críticas, en que hay que definir qué pacientes pueden recibir tratamiento, y los que no.

Por: Diario Concepción 04 de Abril 2021
Fotografía: Cedida

Sebastián Henríquez
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“Toda nota periodística, comienza como una hipótesis, y se desarrolla del mismo modo. Es decir, las entrevistas y los datos que se encuentren reporteando, son para apuntalar o refutar la idea que estaba al comienzo”. La frase es de un antiguo director de este medio, y es como se fue dando también lo que viene en esta nota.

La hipótesis, naturalmente, está arriba en el titular. La idea era contar la historia detrás de la última cama crítica para pacientes Covid en la región.

Apuntalan este relato las cifras de contagios, de casos activos y de ocupación de espacio hospitalario que conocimos esta semana, la peor que ha habido en el peor mes de la pandemia.

En noviembre de 2020, el seremi de Salud Héctor Muñoz advertía que las UCI’s estaban copadas en un 89%.

La semana pasada, la cifra era de un 97% y el 31 de marzo, 98%.

Una sencilla proyección estadística dice que, esta semana, quizás cuando usted lector, esté leyendo este reportaje, se esté disputando el último cupo.

¿Y qué sucede entonces?

Esta es la segunda pregunta que se planteaba responder, más abajo, como dicta la norma, después de un relato en primera persona de un enfermero, o de un especialista que repitiera los consejos que viene dando el Colegio Médico hace meses.

Pero la última cama es un concepto esquivo. En off, funcionarios en varios centros de salud de la región dicen que hay días en que no han tenido camas. En off también, cuentan cómo lo han resuelto y lo angustiante que es trabajar, literalmente, al límite.

Ninguna autoridad reconoce que podría haber una última cama, más bien, cuentan los esfuerzos que se hacen para llegar, al menos, a la penúltima.

Podríamos quejarnos entonces de que no hay cómo sostener este titular, pero el consejo del director manda. Esta nota sigue siendo la historia de la última cama. Del miedo cotidiano que tienen funcionarios y directivos para llegar a ese escenario y de los esfuerzos que han estado realizando para que esto no ocurra.

Mal por el titular, claro. Como ciudadano, hay que comenzar el relato diciendo gracias.

Crecimiento exponencial

Esta semana, la segunda Unidad de Cuidado Intensivo del Hospital Higueras, Talcahuano, cumplió su primer año.

Hasta entonces, el recinto contaba sólo con una UCI, sin especializar, para atender a los pacientes que requerían de atención compleja.

Cuando se conoció el primer caso de coronavirus en la región, cuenta la doctora Sara Delgado, internista de este centro de salud, se implementó otra, previendo un aumento en la demanda.

“A inicios de marzo del año pasado, el hospital tenía una UCI, con seis camas. Pero al inicio de la pandemia comenzamos a reorganizarnos, y hoy tenemos 64 camas intensivas”, cuenta Delgado.

“Además, lo que hemos hecho es organizarnos con los demás hospitales de la red, que han implementado más camas intermedias, como en Penco o Tomé”, añade.

Es un ejercicio de todos los días, asegura la doctora.

“Nosotros, habitualmente, comenzamos con una ocupación de sobre el 95%, y nuestro trabajo, buena parte del día, consiste en hacer que nos suba de eso, es lo que tenemos que hacer durante el turno”, describe.

La situación se repite en otros centros de salud.

En el Hospital Regional por ejemplo, la gestión de camas es un tema que se trata casi a diario. El director del recinto, Alejandro Torche, relata que “cuando asumí, en diciembre, teníamos 64 camas críticas, y hoy tenemos 89. Además, se sumó un espacio en el traumatológico, de modo que tenemos 95 camas”.

Y vienen más, esta semana se abre una nueva UCI, que contará con seis cupos más.
Es un número grande, pues una cama crítica es en realidad un sistema complejo, que involucra recursos humanos y materiales.

“Una cama necesita no solo enfermeras, también calderas, lavandería, es una cadena gigante de gestión, del que la cama es el último eslabón”, cita Torche.

Correr el límite

La red nacional de gestión de camas críticas, un sistema que data de antes de la Covid 19, amplía la disponibilidad de cupos pues funciona a nivel nacional.

En este esquema, la región recibió pacientes de la región metropolitana durante junio y julio, los meses críticos en esta zona. A fines de año, la situación se revirtió y la capital comenzó a tomar pacientes desde otras ciudades.

Esta semana, ha habido traslados desde Biobío a Magallanes y Chiloé.

Eso sí, cuentan en los recintos, es un espacio que se ha venido reduciendo.

“Yo me acuerdo que hace un tiempo, llegaba un avión Hércules y se llevaba a Santiago cuatro o cinco pacientes. Ahora, a veces toman uno. Es que estamos al límite, no sólo en la región, sino que a nivel nacional”, dice Katherine Sobarzo, enfermera de la Unidad de Paciente Crítico en el Hospital Higueras.

Desde la experiencia más directa en el trato con pacientes, Sobarzo explica que “estamos trabajando en una condición límite. Y a eso se suma la gravedad de los nuevos pacientes, que no están respondiendo como antes a las terapias. Son sobre todo jóvenes, que se demoran más en responder. El otro día le retiramos el tubo para respiración mecánica a uno recién después de tres semanas”, declara.

“En la semana, trabajamos al filo, tratando de liberar camas que es lo más importante, pero hace tiempo que tenemos menos de un 5% de disponibilidad”, asegura.

Ahora, habilitar camas, no es sencillo, dice Sobarzo.

“Una UCI con seis camas necesita dos enfermeros, un kinesiólogo, dos TENS, un médico, además del espacio, la red de oxígeno, de ventilación y las bombas de infusión, porque los pacientes necesitan sedantes y otras cosas. Cada cama necesita unas tres de esas”, calcula.

La doctora Leonila Ferreira, doctora del Hospital Regional y jefe de la UCI Covid, cuenta que la última cama es un tema que tratan en forma ya cotidiana.

“Nos reunimos todos los días, para ver cuál es el punto límite, hasta dónde podemos estirar los recursos humanos y los ventiladores”.

“Por eso apelamos a la responsabilidad de la población, hay que detener la circulación viral, porque estamos con un virus más contagioso, más agresivo”, finaliza.

La decisión que nadie quiere tomar

Algunos centros de salud de la región han casi multiplicado por diez su capacidad de camas críticas en un año para atender la demanda que presenta el Covid. Además, han activado protocolos de coordinación entre sí, para gestionar de mejor forma los espacios disponibles con, por ejemplo, traslados de pacientes menos graves a hospitales de menor complejidad o a la red nacional.

Todo esto para evitar un escenario tabú, del que pocos se atreven a hablar.

“Hemos trabajado para reconvertir camas, para capacitar personal, pero hemos visto en países vecinos o en otros del primer mundo, que se han visto sobrepasados, como en Italia o en Nueva York”, relata Torche.

“Si esto sigue así, vamos a llegar a un punto en que esto no vamos a poder continuar, y vamos a tener que enfrentar la pandemia con nuestras unidades de pacientes críticos a tope”, añade.

Esto es, sin camas disponibles, lo que implica decidir quién recibe tratamiento, y quién no.

“Ahora, no se habla de ello, pero los criterios ya están definidos, qué pacientes tienen prioridad, es algo que ya hemos ajustado con el comité ético”, señala Torche.

“Esperamos que no nos pase, esperamos que no tengamos que hacerlo”, finaliza.

Criterios difíciles

En un escenario sin camas disponibles, los comités de ética de los centros de salud definen los criterios con que seleccionar los pacientes que acceden a tratamiento, en desmedro de los que no podrán recibirlo.

Entre estos factores están la edad, la posibilidad de sobrevida y complicaciones previas de salud.

Se trata de decisiones complejas, que pueden determinar la sobrevivencia de una persona, y disminuir grandemente las posibilidades de otra.

Generalmente, cuentan doctores y especialistas, se define un esquema en forma previa, de modo que todos los involucrados conozcan cómo se toma esta decisión.

Elaboración DC

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