Si hablamos de la obesidad en niños y niñas, las evidencias de investigaciones en el mundo avalan la necesidad de incrementar una alimentación equilibrada y la perentoria introducción en las rutinas de la niñez de la actividad física.

Ese problema se observa en Chile y en el mundo. Hace pocas semanas la Unicef publicó un informe donde advierte que la obesidad se ha convertido en 2025 en la forma más predominante de malnutrición, por encima del bajo peso. Actualmente, explica la entidad, la obesidad afecta a 188 millones de niños y niñas en edad escolar y adolescentes, o uno de cada diez, y los expone a enfermedades que pueden ser mortales.

En el informe “Alimentando el negocio: Cómo los entornos alimentarios ponen en peligro el bienestar de la infancia”, que se basa en datos recopilados en más de 190 países, se reporta que la prevalencia del bajo peso entre los niños y niñas de 5 a 19 años se ha reducido desde el año 2000 y ha pasado de cerca del 13% al 9,2%, mientras que el índice de obesidad ha aumentado de un 3% a un 9,4%. “En la actualidad, la obesidad supera al bajo peso en todas las regiones del mundo, salvo en África Subsahariana y Asia Meridional”, dice Unicef. Una inferencia que habla por sí sola y es lamentablemente el anuncio de una bomba de tiempo.

Por lo anterior es relevante que se adopten medidas como la reciente promulgación de la Ley 21.778, que busca combatir al nocivo sedentarismo que está permeando el desenvolvimiento habitual y promover una sana vida activa desde etapas tempranas, al obligar a todos los establecimientos a garantizar al menos 60 minutos al día de actividad física en la jornada escolar, desde educación parvularia hasta media.

De acuerdo con el contenido de la norma, propicia que se ofrezcan a estudiantes instancias para diferentes prácticas, juegos o deportes para cumplir una hora diaria, que es además de la asignatura Educación Física que es parte del currículo con mínimo dos horas lectivas semanales. La norma incluye promover acciones de activación cognitiva, y todo se debe dar en un marco de inclusión para todo estudiante.

“La actividad física es un pilar fundamental para la salud y bienestar integral: contribuye al desarrollo físico, fortalecimiento muscular y salud cardiovascular, también tiene impacto positivo en la salud mental y emocional”, dijo a Diario Concepción, Katherine Rozas, especialista del Centro de Vida Saludable UdeC.

Dado lo señalado por la experta, sin duda, el aporte de esta nueva normativa será clave para disminuir la afección, sin embargo, también es primordial que al interior de las familias se hable de la importancia de una dieta equilibrada y del ejercicio, bajo el contexto que este es un desafío que hay abordar desde diversos espacios, no solo desde el mundo estudiantil. Aquí hay una tarea pendiente que debemos colocar entre las primeras de nuestro futuro próximo.