Y no se trata sólo de dar el ejemplo en el actuar, sino de decir las cosas como son y olvidar conceptos tan ambiguos como aldeas, zonas de oportunidades o utensilios.
Este sábado el alcalde de Penco, Vítor Hugo Figueroa, anunció un estricto control en las playas de territorio que le corresponde de administrar, a propósito de la proximidad estival y el hecho que la comuna se encuentre en Fase 3. Sin ir más lejos, hizo una llamado a los visitantes a respetar los controles sanitarios, el uso de mascarilla y la distancia física.
El jefe comunal hizo el anuncio junto al gobernador de la provincia de Concepción, Julio Anativia, quien confirmó un aforo de hasta 3 mil personas y agregó que habrá espacios predeterminados y quienes no los respeten se expondrán a multas de 1 UTM.
Lamentablemente, cuando eso ocurría en nuestra Región, a varios kilómetros, el Presidente Sebastián Piñera se paseaba por la playas de Cachagua obviando el uso de mascarilla. Sí, el Jefe de Estado. Fue tan evidente, que una adherente del Mandatario compartió una foto con él en redes sociales y expuso “se nos fue ponernos la mascarilla”.
Las críticas y los llamados a prudencia no se hicieron esperar. Desde el Colegio Médico manifestaron su preocupación y enfatizaron en “un señal contradictoria”.
En tiempos como los que estamos viviendo, no sólo de pandemia, sino también de cambios sociales, con la proximidad de una discusión constitucional y con una ciudadanía cien por ciento empoderada, se requiere terminar con comportamientos contradictorios y los eufemismos que la clase dirigente, la elite política, nos tiene acostumbrados, como el pan de cada día.
Y no se trata sólo de dar el ejemplo en el actuar, sino de decir las cosas como son, y olvidar conceptos ambiguos como aldeas (cuando en realidad hablamos de tomas o campamentos), zonas de oportunidades (cuando se sabe que la provincia de Arauco, de lo que más adolece es de oportunidades) o utensilios (cuando armas incautadas no son para uso doméstico).
Con acciones y dichos como los mencionados, quienes toman decisiones y son llamados a implementar políticas públicas que incomodan al ciudadano común (y que pese a ello cumple), demuestran su desconexión con el ciudadano de a pie y desconocimiento sobre el comportamiento de las mismas personas que los fiscalizan y están al tanto, por ejemplo, de cómo votan sus parlamentarios. Para considerar.