Editorial

El desafío de trabajar para disminuir la violencia escolar

Si una niña o un niño sufre de bullying, no sólo se verá menoscabada(o) en su autoestima y parte social, sino que también puede entorpecer su proceso de aprendizaje.

Por: Editorial Diario Concepción 11 de Febrero 2020
Fotografía: Archivo | Agencia UNO

En el escenario que plantea la sociedad actual, tristemente el bullying se ha transformado en un protagonista en diferentes niveles, con especial fuerza en el ámbito escolar. Una realidad que sin dudas es preocupante y cuya solución debería ser una prioridad urgente para todos quienes forman parte del sistema educativo a nivel nacional.

Daniela Trucco y Pamela Inostroza, con el apoyo de la Cepal y la Unicef, realizaron el estudio “Las violencias en el espacio escolar” (2017), donde se enfatiza la importancia de la buena convivencia escolar y en el cómo la violencia afecta a niños y niñas en su aprendizaje.

En su introducción, se establece que “si bien la violencia es extendida, en las distintas poblaciones de la comunidad educativa son diversas formas de violencias las que se perciben y con diferente grado de intensidad. Por ejemplo, los datos mostraron que los y las estudiantes de poblaciones discriminadas o que sufren de otros procesos de exclusión, como los inmigrantes, indígenas, estudiantes en situación de trabajo infantil y aquellos que pertenecen a hogares de menor nivel socioeconómico, perciben mayores niveles de agresión entre pares al interior de las escuelas. Visibilizar las diferencias en los tipos y magnitudes de la violencia escolar facilita el diseño de medidas más efectivas y permite romper con círculos de exclusión”.

En el mismo documento, se establece que diferentes estudios informan que los episodios de agresión y/o violencia generan daños físicos y emocionales, estrés, desmotivación y ausentismo en los niños e, incluso, tienen efectos negativos en el rendimiento escolar por estrés postraumático. Las conductas agresivas o violentas que perciben los niños y niñas por parte de sus compañeros pueden pasar desapercibidas por el personal de la escuela, como también por algunos padres que consideran que son comportamientos “típicos” de la edad. Otra situación que dificulta la valoración del problema es el pacto de silencio entre agresores y agredido.

Si una niña o niño sufre de bullying, no sólo se verá menoscabada(o) en su autoestima y parte social, sino que también puede entorpecer su proceso de aprendizaje. Por ello, resulta vital que autoridades y docentes avancen en implementar programas y políticas que ayuden a quienes sean afectados se sientan apoyados, y lo mismo debe ocurrir con su entorno familiar.

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