Editorial

Prevenir, mejor que apagar

Las soluciones de los investigadores consideran la restauración y conservación de los ecosistemas naturales, el ordenamiento territorial y campañas en la educación formal.

Por: Editorial Diario Concepción 28 de Enero 2020
Fotografía: Agencia UNO

Los investigadores lo han demostrado una y otra vez. El incremento de los incendios forestales en Chile obedece a tres principales factores: la acción humana intencional o accidental, el clima marcado por una mayor sequía y altas temperaturas, y el combustible generado por el aumento de la vegetación inflamable, dominada en muchas zonas por especies consideradas exóticas.

Tradicionalmente, la fórmula para prevenir y combatir los siniestros pasa por el aumento sistemático en recursos, como el número de aeronaves o brigadistas. Este tipo de solución ha sido lo más efectivo para enfrentar las llamas, cuando los incendios ya son una realidad.

Las brigadas suelen ser muy efectivas a la hora de detectar y controlar incendios. Pero la gran falencia ha sido la falta o inexistencia de políticas fuertes y contundentes para evitar el inicio y propagación de los siniestros. Es decir, hay un elemento esencial que debiera incluirse en las políticas públicas para una mejor prevención: el manejo del paisaje para que sea más seguro, heterogéneo y diverso.

Los incendios que se han registrado en los últimos días, tanto en Bío Bío como en otras regiones del país, se caracterizan por localizarse en pastizales, matorrales y bosques de pinos y eucaliptos. Es decir, en plantaciones forestales, homogéneas y más inflamables, que han reemplazado los bosques nativos, los cuales se caracterizan por su mayor diversidad y heterogeneidad de especies.

Otro factor de riesgo es la expansión urbana desregulada, en especial en la interfaz urbana-rural. Todavía se construyen viviendas en zonas de quebradas y matorrales, y aún se utiliza el fuego para hacer quema de basura y de desechos agrícolas y forestales.

Es por ello que se recomienda una ordenación y modificación del entorno en que los límites urbanos estén más definidos y sean seguidos por zonas de vegetación baja, con poco arbolado, para luego tener una zona de restauración de bosque nativo. También se recomienda la construcción de viviendas con al menos 30 metros de distancia de los bosques. En concreto, las soluciones de los investigadores consideran la restauración y conservación de los ecosistemas naturales, el ordenamiento territorial con énfasis en estos ecosistemas y, por último, campañas en la educación formal. Lo hemos visto en las últimas semanas: Prevenir es mejor que apagar.

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