Editorial

Vulnerabilidades a consecuencia de la megasequía en Chile

En nuestra región, que ha sido muy afectada por este prolongado fenómeno, de manera más específica, durante el verano recién pasado, 45 de las 54 comunas fueron muchas veces abastecidas mediante camiones aljibes.

Por: Editorial Diario Concepción 28 de Diciembre 2019
Fotografía: Archivo | Lukas Jara M.

La incerteza sobre el futuro se introduce solapadamente en la conciencia del ciudadano común; se aprecian demasiados hechos, demasiado importantes hechos, que parecen estar colgando de un hilo. Comprender que se presentan decisiones difíciles de tomar, que hay tiempos y plazos que resultan difíciles de reducir pueden ser la otra cara de la crisis social instalada en la sociedad chilena; pero también otra situación, que oculta riesgos inmediatos, que no debe olvidarse, como las necesidades básicas de la población, entre las cuales está el abastecimiento de agua en situación de sequía, problema que resulta desplazado por la renovada y, a veces, frenética contingencia.

El Ministro de Obras Públicas y su par de Agricultura han señalado recientemente la relevancia del problema en el mundo agrícola. “Estamos enfrentando la sequía más grande de la historia de Chile, un terremoto silencioso”, en un punto de prensa, declaró el primero, para dar cuenta de los graves efectos de la mega sequía que afecta el país y juntos anunciaron nuevas medidas a fin de paliar sus consecuencias, que se observan principalmente en el abastecimiento de agua potable en zonas rurales, en las ciudades y en el sector agrícola, los tres sectores más afectados.

El tiempo transcurre rápidamente, por lo cual resulta necesario recordar que se han cumplido once años consecutivos con precipitaciones bajo lo normal y nos hallamos en los días finales de un 2019 extraordinariamente seco. Entre las regiones de Atacama y Maule, las precipitaciones acumuladas a noviembre presentan déficit entre 97% y 66%, con un promedio de 75% de escasez de agua. Durante el año 2019, el agua caída en nuestra zona es menos de la mitad que las precipitaciones del año 2018. En la Región Metropolitana, el 2019 es el undécimo año consecutivo con precipitación bajo el promedio histórico.

En nuestra región, que ha sido muy afectada por este prolongado fenómeno, de manera más específica, durante el verano recién pasado, 45 de las 54 comunas fueron muchas veces abastecidas mediante camiones aljibes. Todo indica que el que recién empieza mostrará características parecidas, una crisis hídrica que está haciendo inviable varias de las actividades de agricultura y ganadería. La falta de lluvia que afectó a ciudades como Chillán y Los Ángeles promediaron un 100% de déficit de aguas lluvias a marzo de este año, la mayor sequía de los últimos 50 años.

Las autoridades han descrito esta situación con los términos moderados de los técnicos, pero no es posible ignorar que, en esos informes objetivos y cautos, se esconde un gran potencial de tragedia, además de los siempre aludidos problemas productivos. Las circunstancias en esta materia son inéditas en el país, según indican personeros de gobierno: “ha evolucionado rápidamente, pasando en poco tiempo de una situación crítica a una aún peor, que está generando una reducción acelerada de la disponibilidad hídrica y a la que se han sumado fenómenos de altas temperaturas sin precedentes en la historia nacional”.

Se debe tener muy presente que la crisis hídrica se suma a las altas temperaturas del ciclo climático que está experimentando nuestro país, con dos factores añadidos: el viento habitual del período y la acción humana, por mucho que esta última sea enfrentada con campañas educativas. Se presenta el riesgo añadido de acciones delincuenciales, tónica indeseable en el marco de las demostraciones pacíficas de la ciudadanía. Es este último factor de mucho peligro, puesto que la acción simultánea de incendios en muchos puntos del país podría conformar una situación de complejo y difícil control.

La ciudadanía ha sido llamada a colaborar, responsablemente, para no iniciar incendios por descuido y se promueve la vigilancia para la detección oportuna, acción indispensable ante este tipo de hechos. La amenaza de incendios es una posibilidad que no da lugar a la negligencia.

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