La media de edad de los niños en las redes sociales es de 8 años. Se informa, que en promedio, los niños de entre 8 y 18 años pueden llegar a destinar hasta 10 horas diarias a los aparatos tecnológicos.
Los juegos de alta tecnología digital han dejado de ser solamente un creciente nicho del mercado altamente rentables. La pregnancia de sus posibilidades lúdicas tiene efectos observables en las estructuras familiares y en otras situaciones de la relación interpersonal, afectiva y cultural, con una fuerza que no es posible ignorar.
Este efecto es particularmente preocupante cuando los usuarios son niños menores, un niño que no hace mucho está en contacto con las letras y el lenguaje escrito, que tiene apenas consciencia de los límites de ciudad o país en el cual vive, puede abstraerse en su propio, o colectivo, mundo en la pantalla de su computador, o celular inteligente, o tablet, o cualquier otro dispositivo electrónico en permanente evolución. Puede no percibir el paso de adultos cercanos, ni saber quién sale o entra de la habitación en donde está.
Efectivamente, en la publicación “El uso de dispositivos móviles por niños: Entre el consumo y el cuidado familiar” en la revista Cuhso, cultura-hombre-sociedad, de julio 2017, investigadores de la Universidad Católica de Temuco, concluyen que entre los cambios que la tecnología trae consigo, puede evidenciarse que ésta tiene la capacidad de alterar un orden familiar ya establecido. Se producen tensiones vinculadas a las exigencias sociales de usar tecnologías, a los cambios en las relaciones de poder entre los hijos y sus padres, y a la alteración de las dinámicas de convivencia familiar.
El fenómeno de la conexión de personas de corta edad mediante redes ha estado ocupando progresivamente más atención en diversas partes del mundo, la presencia de los niños en las redes sociales es cada vez más habitual, las cuales ya son parte de sus pasatiempos de rutina. La media de edad de los niños en las redes sociales es de 8 años. Se informa, además, que en promedio, los niños de entre 8 y 18 años pueden llegar a destinar hasta 10 horas diarias a los aparatos tecnológicos. La mitad de ellos se conecta a diario a las redes sociales, un 25% incluso lo hace más de 10 veces al día, con varias horas de navegación, como ellos mismos declaran, para ver lo que sucede o participar activamente, intercambiando ideas e imágenes, no todas sanas, un 20% afirma haber compartido material de contenido sexual.
Las situaciones descritas puede que no hagan otra cosa que confirmar lo que los padres sospechan y tienen miedo de verificar en sus propios hijos, ante la imposibilidad material de estar personalmente a cargo, teniendo que confiar, mediante adecuada educación, que el uso de esta poderosa herramienta sea utilizada constructivamente.
Si bien es cierto que la Convención sobre los Derechos del Niño garantiza a cada niño, niña y adolescente el derecho a opinar y ser escuchado, la libertad de expresión, incluida la libertad de buscar, recibir y difundir información, la libertad de asociación y asamblea y el derecho a la información, hay que recordar que estos derechos fueron redactados antes de la llegada de esta tecnología.
Como toda herramienta poderosa, su uso ha de ser normado y controlado, mientras el sentido de la responsabilidad o la madurez como persona estén en la fase de complementación, las familias, en el intertanto, por diversos medios que ya existen, tendrán hacerse cargo de su uso apropiado, una responsabilidad no delegable.