Editorial

Desafíos que requieren mucho más que solo el esfuerzo del Estado

Hay iniciativas que buscan reconocer el aporte que los jubilados pueden seguir haciendo al desarrollo del país, puesto que la empleabilidad de los adultos es un capital importante en el mundo laboral y es necesario mirarlos de esa forma.

Por: Editorial Diario Concepción 18 de Noviembre 2019
Fotografía: Archivo | Diario Concepción.

La situación no es exclusiva de nuestro país: la expectativa de vida ha aumentado considerablemente en todo el mundo. Según la ONU, la esperanza de vida promedio ha alcanzado aproximadamente 71 años, y se calcula que para 2050 sea de 77 en el mundo y de 85 años en Chile.

A su vez, el INE, en base a datos de 2015, revela que los mayores de 60 años representan el 15% de la población chilena. La proyección que en esa oportunidad se hizo, estima que en 2020 lleguen a ser más de 3 millones de personas.

Esa realidad se ha transformado en un elemento presente en las políticas de Estado, no solo por el mayor requerimiento de atenciones en salud, o la necesidad de proveer infraestructura adecuada en diversos ámbitos de las ciudades y los servicios, sino, además, por el impacto que tiene esta población en el aumento para los sistemas previsionales, una situación muy compleja para dar apoyo a una masa considerable y creciente de población pasiva.

El efecto es directo e inmediato sobre el sistema previsional. Teóricamente, en nuestro país la jubilación para los hombres es a los 65 años y para las mujeres a los 60, si así fuera, dada la diferencia entre esta edad y la expectativa de vida, los chilenos vivirían 16 años más después de jubilar y las chilenas 23. Sin embargo, según un informe de la OCDE, los chilenos dejan de trabajar en promedio a los 68,4 años y las chilenas a los 67, aun así, la vida continua por 11 años para los hombres y 16 para las mujeres.

Esta última situación representa una carga de difícil soporte para el sistema previsional, las cifras muestran que el índice de envejecimiento –que mide la relación entre personas de 60 años o más y la población menor de 15 años- exhibe un aumento desde 1990, es decir, actualmente en Chile hay 86 personas mayores por cada 100 personas menores de 15 años. En 1990 este índice era de 35,4 personas mayores por cada 100 menores de 15 años.

Hay, por otra parte, otra evidencia que no se debe dejar de considerar; los adultos mayores de hoy son más activos y autovalentes que las generaciones anteriores y comienzan a convertirse en un atractivo para aquellas empresas que optan por la experiencia, constituyéndose en un desafío el brindar espacios laborales para este grupo etario en aumento.

Resulta, por lo tanto, encomiable y digna de reconocimiento una plataforma amigable y enfocada exclusivamente a la reinserción laboral de adultos mayores, creada por emprendedores chilenos con el objetivo de vincular a la tercera y cuarta edad que quiere trabajar, con empresas que necesiten personas con experiencia y ofrezcan un espacio laboral. Afortunadamente, hay iniciativas que buscan reconocer el aporte que los jubilados pueden seguir haciendo al desarrollo del país, puesto que la empleabilidad de los adultos es un capital importante en el mundo laboral y es necesario mirarlos de esa forma.

Es este el tipo de respuestas que se necesita para un problema que no puede resolverse con el solo esfuerzo del Estado, puede que no resulte aplicable a todas las circunstancias, pero claramente es una oportunidad para quienes deseen hacer todavía un significativo aporte.

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