Editorial

¿Existen caminos para una salida a la crisis social chilena?

El camino sentido por la mayoría ciudadana es la configuración de un acuerdo social global, demanda sintetizada en una nueva Constitución, y cuya expresión va en aumento a través de personas comunes y corrientes, gremios, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, intelectuales, entre otros actores sociales.

Por: Editorial Diario Concepción 10 de Noviembre 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Durante las últimas semanas, este espacio de nuestro medio ha buscado plantear diferentes aspectos relacionados con la crisis social que vive el país y que se ha manifestado en cientos de miles de chilenos y chilenas que se han volcado a las calles de las diferentes ciudades exigiendo un cambio profundo respecto de las desigualdades e inequidades que, en Chile, se han mantenido durante décadas.

En este marco, y considerando que este proceso social todavía no encuentra la forma de encauzarse adecuadamente y, al contrario, todos los días continúan produciéndose protestas generalizadas, resulta conveniente explorar cuáles son los caminos probables de una salida al corto plazo, la que, sin duda, requerirá mucho más tiempo para su concreción, a fin de que se pueda consensuar entre las distintas voces ciudadanas que quieren encontrar la manera en que sus justas aspiraciones sean escuchadas.

El camino sentido por la mayoría ciudadana es la configuración de un acuerdo social global, demanda sintetizada en una nueva Constitución, y cuya expresión va en aumento a través de personas comunes y corrientes, gremios, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, intelectuales, entre otros actores sociales. Sin embargo, el problema estriba en el procedimiento, es decir, en resolver la pregunta de cuál es la forma que asegura que la demanda sea efectivamente implementada.

En un agudo análisis, el académico David Altman, en Ciperchile.cl, entrega algunas pistas que pueden ser consideradas en torno a la problemática planteada anteriormente, señales que merecen ser leídas con atención en la fuente original. Sin embargo, alerta respecto de que cualquier camino que se trace presenta el inconveniente, por una parte, de un gobierno que parece escuchar poco o intentar salir del problema asumiendo el clásico gatopardismo y, por otra, una oposición que no logra articularse como un único interlocutor válido.

También explora los principales procedimientos que se han ido generando en los últimos días y vuelve a llamar la atención respecto de la necesidad de aquilatar con máxima precaución los principales mecanismos propuestos por la oposición, esto es, plebiscitos y cabildos auto-convocados. De los primeros, indica que en ellos solo se empodera a las élites, pues son las autoridades las que tienden a liderar los procesos plebiscitarios. De los segundos, señala que, si no se cuenta con reglas claras y procedimientos preestablecidos, como seguramente ocurre en nuestro país considerando el duro cuestionamiento político del gobierno y la oposición, no conduciría a nada importante. Preguntas como quién controla la agenda, cuáles son sus reglas de decisión solo favorecen a grupos organizados, los cuales parecen encontrarse, por ahora, solamente en el gobierno y la oposición.

Y concluye que la única forma es transitar a un pacto social a través de procesos y objetivos claros y prestablecidos en los cuales se conozca cómo se define en caso de empate, que en lenguaje anterior podría corresponder a algo así como la democracia en la medida de lo posible o en el ejercicio de una democracia de los acuerdos. Conceptos que, muy probablemente, la mayoría ciudadana recuerda con claridad y, por lo mismo, no está dispuesta a seguir.

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