Editorial

Los otros numerosos y precarios Chile

Lo que ha ocurrido en la ciudad porteña es solo una muestra de un país que pretende ingresar al primer mundo según el perfil de sus territorios más favorecidos, que no aprecia la existencia de vulnerabilidades con las cuales convive un número muy importante de chilenos.

Por: Editorial Diario Concepción 18 de Agosto 2019
Fotografía: Contexto | La Tercera

Hay acontecimientos dolorosos y trágicos que transforman el concepto de inequidad, inmaterial y abstracto, en realidad concreta, así ha ocurrido en Valparaíso, el derrumbe de una vivienda ubicada en las cercanías del centro de Valparaíso, en los faldeos del cerro Bellavista, cerca de la municipalidad porteña, un inmueble que era habitado por al menos ocho personas, con siete fallecidos . En la misma ciudad, en 2014, un incendio destruyó manzanas completas de viviendas situadas en zonas de alto riesgo, en cerros empobrecidos, alejados de los barrios turísticos. Prontamente el tema desapareció de la agenda, pese a que las quebradas declaradas como riesgosas se han vuelto a poblar con las mismas viviendas precarias que ardieron, rodeadas por bosques que no se cortaron, ni controlaron, como fueron las recomendaciones del momento.

A pocas semanas de los aluviones en Copiapó, al año siguiente, que afectaron gravemente a sus 160 mil habitantes, las causas, los diagnósticos y la relación de eventuales medidas preventivas, con un bien documentado análisis multisectorial. Sin embargo, el tema abandonó las noticias, es muy posible que, como en Valparaíso y el sector de los incendios, el potencial de tragedia siga estando presente, como ha sucedido en nuestra región cada temporada de verano, o en las localidades cercanas al volcán Calbuco, donde la acumulación de cenizas colapsó rutas y puso en riesgo los cultivos y el forraje para los animales.

Por esas fechas, en una columna de la desaparecida revista Qué Pasa, Ivan Poduje, hace una profunda reflexión sobre estos desastres, para señalar la insuficiencia de las respuestas, que por lo general se limitan a resolver los problemas resultantes, pero sin la adecuada continuidad para evitar que sigan ocurriendo, de ese modo alude a diferencias estructurales de una sociedad asimétrica, la existencia histórica de otras crisis que no surgen de desastres naturales y que llevan décadas incubándose.

Alude a los barrios segregados de viviendas sociales, donde 1,7 millones de chilenos viven en guetos alejados, inseguros, enrejados, sin servicios y con pésimas condiciones de habitabilidad que afectan el rendimiento escolar, el acceso al empleo o la convivencia familiar. “Millones de chilenos sufren carencias en temas básicos como respirar aire limpio, movilizarse en un transporte digno, vivir en casas y barrios seguros o en ciudades que no se desplomen por una lluvia larga o una fogata que se sale de control”.

Lo que ha ocurrido en la ciudad porteña es solo una muestra de un país que pretende ingresar al primer mundo y que basa sus aspiraciones en el perfil de sus territorios más favorecidos, en aquellas partes de nuestro país habitadas por una elite que no puede apreciar la existencia de vulnerabilidades crónicas con las cuales convive un número muy importantes de chilenos.

La descentralización es una herramienta, potencialmente útil para estrechar las brechas que ahora existen, pero una herramienta que puede ser útil solo si existen quienes sean capaces de emplearla, con una mirada suficiente amplia como para no dejarse engañar por las apariencias, hacer una clara distinción entre el mundo publicitario de un Chile exitoso y el país profundo, formado por comunidades que muchos ciudadanos de las zonas favorecidas no solo desconocen, sino que han optado por desconocer.

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