Editorial

Las intolerables cifras del uso de substancias por escolares chilenos

El cuadro general se resume así; el consumo escolar de marihuana (30,9%), fármacos tranquilizantes (8,6%), cocaína (3%), pasta base (1,4%) y tabaco (4,3%), supera los índices de todos los países del continente americano.

Por: Editorial Diario Concepción 21 de Diciembre 2018
Fotografía: Cedida

Este tipo de editorial, a diferencia de muchos otros que pueden hacerse cargo de asuntos controversiales, como el consumo de marihuana, no deja de provocar respuestas correctivas y admoniciones por supuestas parcialidades. En el fondo, la réplica esperable es que la marihuana no tiene nada de malo, que es en realidad una sustancia que debiera estar al libre uso de adultos responsables que tienen el perfecto derecho a hacer con sus vidas lo que les parezca adecuado, lo que efectivamente es una libertad innegable, provisto que no dañe a otros.

Pero, lo que se trata de hacer, es aproximarse a la mayor cantidad de verdad disponible que aunque dura sea estrictamente cierta, como puede ser el daño orgánico y funcional en los cerebros en formación de jóvenes y adolescentes, y en la dependencias que pudieran establecerse en personas vulnerables, no por pobreza, sino por debilidades o fragilidades íntimas que mueven a buscar apoyo en lo que esté disponible, no importa cuán potencialmente dañino sea.

Sin embargo, el principal motivo de introducir este tema en la línea editorial de este medio, es la defensa y protección de los más potencialmente afectados, y los con menos madurez relativa para hacerse cargo de las eventuales consecuencias del consumo de cannabis, alcohol y otras substancias , es decir, la población de niños y adolescentes.

La última radiografía al consumo de drogas de los escolares chilenos, de un estudio realizado a fines de 2017, revela que el uso de drogas comienza entre los 14 y 15 años. Uno de cada tres estudiantes de entre 13 y 17 años consumió marihuana, el 64% dice que haberse embriagado en el último mes y el consumo de cocaína, pasta base, tranquilizantes sin receta médica y tabaco, prevalece transversalmente en colegios municipales, particulares subvencionados y privados.

La encuesta fue encargada a Adimark e involucró 55.803 estudiantes entre 8° básico y 4° medio de todo el país, cifra que representa a 941.870 adolescentes. El cuadro general se resume así; el consumo escolar de marihuana (30,9%), fármacos tranquilizantes (8,6%), cocaína (3%), pasta base (1,4%) y tabaco (4,3%) supera los índices de todos los países del continente americano. El consumo de alcohol de la población escolar chilena se ubica en el décimo lugar del ranking en América, aunque el 61,7% relata haberse embriagado en, al menos, una ocasión en el lapso de un mes.

El fenómeno más preocupante es la cultura de dejar hacer a los menores, con la disciplina entendida cono un abuso sobre el más débil, en vez de una protección durante el frágil período de desarrollo. Además, al legislar por la libertad de uso, bajan ostensible y peligrosamente los índices de percepción de riesgo, y aumenta la tolerancia de los padres. Al consultar a los jóvenes sobre si sus padres estarían molestos si los sorprendieran probando marihuana, el 82% respondió afirmativamente en 2011 . Ese porcentaje cayó a 67% en 2017. Bajo la misma pregunta, pero relativa al alcohol, este índice bajó de un 65,7% a un 57%, en el mismo período, con diferencias por género y nivel de los colegios.

Para escépticos se trata de una batalla perdida, ya que denuncias como éstas tienen un impacto despreciable frente a aquel mensaje equívoco que se encuentra en las redes sociales, pero el mensaje está dirigido a los mayores de la familia, a las autoridades, ya que puede ser grave, por conveniencia política, bajar los brazos.

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