Editorial

Ventajas comparativas del hombre frente a la robótica

Por: Editorial Diario Concepción 18 de Octubre 2018
Fotografía: Pexels

Es una forma de respuesta natural y frecuente, aunque no sea precisamente la adecuada, negar la posibilidad de un cambio desfavorable, o atribuir a éste características dudosas en cuanto a velocidad, intensidad e impacto, de ese modo se puede relativizar la amenaza. La consecuencia de esa actitud, sin embargo, es restar tiempo para reaccionar, como ciertamente parece estar ocurriendo, ahora mismo, con el avance de la digitalización, la automatización, la inteligencia artificial, y la posibilidad de reemplazar el trabajo humano.

Según diferentes estimaciones, desde múltiples entornos del área laboral, el 60% de los trabajos actuales podrían ser reemplazados por la inteligencia artificial; a la vez que el 70% de los empleos del futuro aún no se han inventado. En su libro reciente, “Sálvese quien pueda!”, Andrés Oppenheimer, periodista y escritor argentino, residente en Estados Unidos, enumera un amplio abanico de afectados potenciales: abogados, contadores, médicos, comunicadores, vendedores, banqueros, maestros, obreros, restauranteros, analistas, choferes, meseros, trabajadores y estudiantes, a quienes les sugiere prepararse o temblar.

También, se ha identificado qué tareas son de más difícil reemplazo y la razón de sus fortalezas. En términos más específicos, serán las habilidades humanas las que permitan a los profesionales afrontar la era digital, es decir, los mismos avances en inteligencia artificial sugieren que determinadas cualidades, como la creatividad o el pensamiento crítico, pronto serán lo único que distinga a las personas de las máquinas, lo que supone un gran desafío para las instituciones académicas.

Un conocido autor futurista y escritor, resume esta situación de modo altamente comprensible; “La ciencia ficción se está convirtiendo en un hecho… si las máquinas pueden hablar, ver y aprender, si ellas pueden hacer todo eso, ¿qué tenemos nosotros para ofrecer?”, la respuesta está en la educación adecuada a este desafío. “Si tenemos alumnos creativos, apasionados y con capacidad para pensar críticamente, tendremos profesionales con herramientas que una máquina jamás va a tener. Ese es el futuro de la educación: desarrollar las habilidades que ellas no tienen, es decir, ser más humanos”.

Durante la Cumbre mundial de educación EnlightED, que se realizó hace un par de semanas en Madrid, se aludió a la capacidad para innovar, que tiene que ver principalmente con habilidades blandas, como saber relacionarse con otros, inventar y reinventar. Para el rector de la Universidad Carlos III de Madrid, es necesario humanizar la digitalización. Es esencial formar en humanidades a quienes van a trabajar en el futuro. En ese escenario, tanto ingenieros como médicos tendrán que enfrentarse a temas de otras áreas, como la ética de la tecnología, o asuntos de naturaleza afectiva en la toma automatizada de decisiones, para lo cual hay que disponer de nuevas formas de aprendizaje.

Una de las habilidades más frecuentemente mencionadas y que, al mismo tiempo, suelen perder énfasis en la educación convencional, es la capacidad de pensamiento crítico, de comunicar o de ser creativo, cuyo desarrollo significa una importante revisión de los perfiles de egreso de las carreras universitarias y por tanto, de sus planes de estudio, en consecuencia con el mundo por venir, en vez de educar para un mundo que está por desaparecer.

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