Durante décadas, la vinculación con el medio de las instituciones de educación superior parecía una deseable característica de socialización de las casas de estudio, una especie de cesión generosa de las actividades de las universidades al entorno social, por tanto, se asimilaba con mucha facilidad con el concepto de extensión universitaria, del cual parecía ser sinónimo.
El concepto ha evolucionado con rapidez escalando el significado de su impacto, en los últimos años, la vinculación con el medio se ha convertido en el mecanismo más claro e indispensable para que una institución de educación superior pueda generar un cambio positivo en el entorno que le rodea, en ese sentido se preserva la intención de las universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica para mejorar su relación con la comunidad, pero se añade otro valor de parecida trascendencia; la información que para la institución se extrae de este contacto.
En términos de la secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), la vinculación supone “una acción bidireccional, en que se incorporan las perspectivas de las instituciones y de las comunidades en busca de beneficios mutuos entre la academia y su entorno”, de esa manera se la describe como “acciones socialmente significativas de intercambio y asociatividad, cuyos efectos y resultados la institución debe incorporar posteriormente en sus definiciones o modificaciones políticas, estratégicas y de funcionamiento institucional”.
Bien explícitamente, el Reglamento sobre áreas de Acreditación de la Ley 20.219, define a la Vinculación con el Medio como el “conjunto de nexos establecidos con el medio disciplinario, artístico, tecnológico, productivo o profesional, con el fin de facilitar el desarrollo académico y profesional de los miembros de la institución y su actualización o perfeccionamiento, o de cumplir con los objetivos institucionales”.
La Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, definió la pertinencia en la educación superior como “la adecuación entre lo que la sociedad espera de las instituciones y lo que éstas hacen”. Este concepto, enlaza estrechamente a las universidades con las demandas de las sociedades y explica por sí solo por qué no es una opción electiva, sino que resulta indispensable para que las propuestas de formación de las instituciones de educación superior sean pertinentes, es decir, congruentes con las condiciones y necesidades de la sociedad y con las características concretas de los educandos en sus diversos entornos en los cuales les tocará de interactuar.
Para la CNA, es este atributo particularmente relevante en la nueva Ley de Educación Superior, que implicará mejorar los estándares de calidad en distintas áreas. Se indica que en los últimos cinco años, diez instituciones han sumado el área de Vinculación con el Medio a su acreditación y que en la actualidad son 40 las instituciones que han sido acreditadas en esta dimensión; 39 de ellas son universidades y sólo un instituto profesional.
Aunque presente desde antiguo, la relación bidireccional entre las comunidades de educación superior y la sociedad debe ser estructurada con mayor rigor, ya que resulta vital para comprender y aportar visiones críticas sobre desarrollo, generación de conocimiento e innovación, y adecuarse con fidelidad a las necesidades de la sociedad actual y futura.