Editorial

Se prolonga la permanencia de hijos mayores en el hogar

Por: Editorial Diario Concepción 29 de Julio 2017
Fotografía: Pexels

El estado de la economía de los países tiene muchos indicadores, la gran mayoría inmediatamente evidentes, como aquellos relacionados con las necesidades básicas, satisfechas o no y la calidad de vida en general de las poblaciones, otros son un tanto indirectos, como la lenta independencia de los jóvenes de las familias, a pesar de ser ésta uno de los indicadores más marcados de la madurez y autonomía de una persona.

Históricamente, o puede ser tradicionalmente, hacer vida independiente era un paso que se daba antes de los 30 años. Sin embargo, en una reciente investigación del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la U. Católica, al analizar la Encuesta Casen 2015, revela  más de 900 mil chilenos mayores de 31 años viven con sus padres. Se trata del 9,7% del total de los chilenos sobre esa edad.

El estudio revela que entre los 31 y los 40 años el 22,8% (482.506 personas) de la población de esa edad vive con sus padres, cifra similar a la de 2011, cuando la proporción era de 24%. Para el rango de los 41 años y más, el porcentaje es de 6,0% (436.677 personas), proporción que en 2011 también era de 6,0%. En el caso de los que tienen entre 25 y 30 años, el trabajo determinó que 767.412 personas vivían con sus padres en 2015 (47,4% de la población en ese tramo de edad). De ellos, el 50% son hombres y 45% mujeres, y el 54,4% tiene 13 a 16 años de estudios, una escolaridad que antiguamente era suficiente como para ingresar exitosamente al mundo laboral y a la vida autónoma.

Esta tendencia mantenida en la última década, refleja, en la opinión de sociólogos consultados, cambios sociales de los últimos 20 años en el país y la reorganización que ha venido sufriendo la estructura de las familias, en parte explicable por el aumento de las expectativas de vida y el crecimiento de la población de adultos mayores que ocupan posiciones activas en los hogares. Efectivamente, Chile es el país latinoamericano en que más rápido aumentó la expectativa de vida al nacer, entre los períodos 1970-1975 y 2005-2010 pasó de 60,5 a 75,5 años en hombres y de 66,8 a 81,5 años en las mujeres. Observándose que, sobre todo en la clase media, los padres mayores de 60 años trabajan y pueden dar soporte a la formación superior de los hijos.

El otro fenómeno asociado a la permanencia más prolongada en el hogar, es la más tardía decisión de casarse o formar parejas independientes. Hace treinta años, las mujeres se casaban a los 24 años y los hombres, a los 27. En la actualidad, según la información del Instituto Nacional de Estadísticas, la edad de matrimonio es de 35,39 años para los hombres y de 32,65 años para las mujeres, lo que también retrasa la partida de la casa paterna.

El nivel educacional que el mercado laboral exige en la actualidad es cada vez más exigente, si se aspira a remuneraciones que permitan la independencia de las personas, además de los títulos profesionales, en la mayoría de los casos se requiere emprender postítulos de diversa magnitud, algunos por varios años, fenómeno descrito como expansión educativa, que en términos concretos significa que  la titulación promedio se logra nueve años después de ingresar a pregrado.

Es esta una realidad que está para quedarse, las familias tienen que buscar la manera de encontrar en este nuevo organigrama una forma de asegurar que los esfuerzos y los aportes sean justos, robusteciendo las oportunidades de bienestar para cada uno de sus integrantes.

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