Economía y Negocios

Marco Kremerman: “Chile es un país que se ha preocupado por tener una muy bonita fachada”

El mantra del crecimiento ha sido repetido por décadas a escala global. Y el énfasis en la macroeconomía postergó el foco en las profundas inequidades, explica el economista.

Por: Silvanio Mariani 27 de Octubre 2019
Fotografía: Diario Concepción

“Chile creció a costa de factores que hoy día le están pasando la cuenta por los altos niveles de desigualdad”, explica Marco Kremerman, economista e investigador de Fundación Sol. La organización es un centro de referencia nacional para materias relacionadas con trabajo, salarios, seguridad social, sindicalismo y educación. Con base en investigaciones y análisis, la Fundación manifiesta una visión crítica al modelo económico chileno. Kremerman es uno de los principales investigadores en temas de desigualdad y tras las manifestaciones de la última semana, hizo un análisis sobre la materia a Diario Concepción.

– ¿Qué tan desigual es Chile?

– Cuando uno utiliza una metodología, como ha desarrollado Thomas Piketty (economista francés especialista en desigualdad económica y distribución de la renta), uno se encuentra que el 1 por ciento más rico concentra el 33 por ciento de los ingresos, según datos del Banco Mundial. Por tanto, es bastante grave. No sería tan grave si un grupo de personas tuviera ingresos mensuales de 20 millones y el resto tuviera un millón de pesos de ingresos. Con un millón, muchas personas podrían tener una calidad de vida. El gran problema es que la mitad de los trabajadores y trabajadoras en Chile está ganando menos de 400 mil pesos líquidos. El sueldo mínimo es de 301.000 pesos y está totalmente desfasado del costo mínimo medido a través de la línea de la pobreza. El propio Estado chileno fija, para una familia promedio, un valor de 436 mil pesos. La distancia entre el salario mínimo y la línea de la pobreza es 135 mil pesos. Eso es un indicador importante de la poca valoración para el trabajo de las personas en Chile.

– ¿Cómo evalúas los anuncios que hizo el Presidente?

– No son una respuesta a las demandas que están en la calle, sino que son los límites ideológicos de tolerancia que la coalición de gobierno puede llevar a cabo sin comprometer la estructura del modelo económico y social impuesto en dictadura y administrado, y profundizado, no sólo por este gobierno, sino que por los gobiernos de la Concertación. La Nueva Mayoría trató levemente de hacer algunos pequeños cambios y no le fue muy bien políticamente, porque era una coalición heterogénea donde no todos creían en esos pequeños cambios. Entonces, las propuestas de Sebastián Piñera son también la lógica de lo que se ha venido haciendo en los últimos años, que es fomentar esta idea del Estado subsidiario, aquel Estado que ocupa los recursos públicos para financiar el sector privado y hacerlo crecer y financiar los servicios públicos.

– ¿Qué rol juega la carga tributaria en eso?

– Es otro aspecto que también explica los niveles de desigualdad en Chile. Se propuso un cambio bastante cosmético, se crea un nuevo tramo en el impuesto global complementario. Piñera no es claro y la intención de este gobierno de volver a integrar completamente el sistema tributario, que es una política muy regresiva, porque eso significa que el 100 por ciento de los impuestos que pagan las empresas por su utilidad, los dueños pueden descontar de los impuestos personales. La tasa efectiva total de impuestos para una persona que gana 10 millones de pesos era de 23,5%. Con este cambio, se va a pasar a grabarse con un impuesto de 24,5%. Es un punto menos, algo minúsculo en términos de la estructura tributaria y de las posibilidades de recaudar para financiar el gasto público.

– Anuncios absolutamente insuficientes a las demandas…

– Muy insuficientes. Nosotros lo retratamos de la siguiente manera. Chile es un país que se ha preocupado por tener una muy bonita fachada. La casa está muy bien pintada, se ve muy bien por fuera y eso siempre es positivo. Que las cuentas fiscales no estén deficitarias como las tienen otros países. Pero el gran problema es que por dentro la casa está fracturada.

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