Cultura y Espectáculos

Pesar en el mundo de la cultura local por muerte de docente y músico Miguel Aguilar

El reconocido compositor y docente partió a los 88 años, dejando un legado que traspasa las fronteras locales.

Por: Ricardo Cárcamo 16 de Agosto 2019
Fotografía: Cedida

Una labor de décadas, formando y creando. También sentando las bases para cambiar y difundir la música penquista. Un trabajo que seguramente trascenderá en el tiempo y que adquirirá aún más valor ahora que partió. A los 88 años, falleció Miguel Aguilar.

Afectado por Alzheimer, una afección respiratoria causó su muerte. Nicolás Masquiarán, musicólogo y docente del Departamento de Música de la UdeC, conoció bien su trabajo. En 2011, lanzó el libro “Miguel Aguilar. Obras para voz y piano. Obras para piano solo”.

“Miguel Aguilar es, por lejos, uno de las personalidades más importantes para la música de tradición académica en Concepción. La magnitud de su legado no difiere del que se le reconoce, por ejemplo, a Wilfred Junge o Arturo Medina, aunque por la naturaleza de su trabajo es tal vez menos visible”, comentó.

Además, agregó que “su llegada a Concepción, en 1956, marcó un punto de inflexión: la ópera volvió a los escenarios de la ciudad, se abrió espacio para la composición, para la música de vanguardia, se afianzó el vínculo con la institucionalidad musical gestada en Santiago y se elevó el nivel de la enseñanza técnico-musical. Desde el Conservatorio de la Sinfónica, pasó a la Escuela Superior de Música (1963) y, por casi 40 años, formó generaciones de músicos y pedagogos que lo recuerdan con cariño y reverencia. Además, fue un compositor reconocido por sus pares a nivel nacional”.

Igor Concha, director del Conservatorio de la UBB, lo recuerda no sólo como un docente y colega, sino como un amigo. “Fue una persona que formó a muchas generaciones de músicos, cantantes e instrumentistas, del ‘90 hacia atrás. Perteneció a las grandes lides de la música chilena, como compositor, obras suyas se reconocieron en Inglaterra y Estados Unidos”.

También señaló que “como persona, era muy sencillo, muy alegre y con un humor muy especial. Un chiste suyo lo pensabas harto y, a veces, te reías tiempo después. Fue un gran profesor de Historia, sabía mucho. Como legado, lo más importante que nos enseñó es ver la música con amor, pasión y profesionalismo. Fue muy generoso con su obra. A mí, muchas veces me invitó a su casa para clases extra, ensayar, me ayudó a preparar concursos. Era desprendido con sus conocimientos y abierto con sus alumnos”.

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