Cultura y Espectáculos

Gisel Sparza, directora y actriz Teatro La Obra “Mujer es sinónimo de valiente, por antonomasia”

Fotografía: Raphael Sierra P.

Con los ojos abiertos, curiosos, y el corazón dispuesto a vivir y aprender, abrazada al teatro, Gisel Sparza, se define como una mujer feminista intuitiva, “intento estar despierta frente a la vida, abierta a vivir nuevas experiencias, constante cuando se trata de enfrentar un desafío, agradecida de cada paso dado y de las personas que he cruzado en mi rumbo. Me encanta viajar, descubrir nuevos paisajes, paradigmas diversos. Estoy todo eso y, a la vez, lo inverso quizás, pues no creo en lo estático, por eso al hablar de mi prefiero utilizar el ‘Estoy’ al ‘Soy’, ya que me guardo el derecho al cambio, como las estaciones…”

Rumbo en que el teatro su centro de atención y creación, fundando la compañía Teatro La Obra, con la cual desde Coronel se ha movido por toda la Región, el país y el exterior, “El conectarme con mi pasión me llevo al teatro, verme literalmente boquiabierta mirando la primera obra teatral a la que asistí, fue un boom ‘Yo quiero eso en mi vida, en mis caminos’. Me decidí y me lance en este viaje teatral que ha sido más que generoso, me ha traído grandes momentos y hermosas personas, variopinto también en sus emociones, pero raya para la suma, el teatro ha sido un buen maestro y compañero”.

Actividad teatral en que la mujer marca fuerte presencia, en que “nada ha sido regalado, todo ha sido peleado, empujado, corriendo límites, atreviéndose. Mujer es sinónimo de valiente, por antonomasia. Aún queda un largo camino. Por demasiado tiempo las mujeres hemos subvencionado el éxito, la realización profesional, la posición social y cultural que los hombres tienen en el mundo”.

En cuanto si ha sentido alguna discriminación o algún tipo de incomodidad por ser mujer, Gisel apunta que “siempre una es más cuestionada, debes probar que sabes, debes probar que estás segura, pero debes decirlo “dulce”, para que no se te acuse de amargada, de resentida o de sufrir de cierta falta “vitamínica”. Esto pasa en Chile y también en otras latitudes, lo he vivido y agota. Y si logras validarte, si pasas la prueba y te llegan a creer, entonces te ponen en el lugar de la “madre”, es decir, eres la responsable de todos y de todo, los compañeros pierden su autonomía pensante y tú cuidas de cada detalle y de ellos. Es extraño, a veces creo que los hombres no saben relacionarse con nosotras: o somos el objeto sexual, o somos la madre; rara vez, nunca, su par”.

En cuanto a tener las mismas oportunidades -hombres y mujeres– en el plano escénico, Gisel concluye que “no las tenemos. Menos aquellas que son madres. El cuidado de los hijos no es compartido y aquello implica que nosotras nos postergamos en lo profesional. Es cosa de toda buena mujer el cuidado de los hijos, del hogar, de los padres, de los suegros, de los enfermos, de la pareja… eso se nos valora, es lo que se espera de nosotras. Si te atreves a hacerlo distinto, entonces la mirada social cae sobre ti, y tu postura ‘disidente’ fácilmente es tachada de irresponsable. Tantas mujeres invisibilizadas en cada rincón del tiempo. Y eso no ha sido casual, ha sido la decisión consciente del macho en complicidad con otros machos que han naturalizado el borrarnos de las páginas, el describirnos como caricaturas, el replegarnos al hogar bajo la chapa de un amor romántico bastante desigual”.

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