Cultura y Espectáculos

La trastienda del notable concierto de Paul McCartney en Chile

Con un repertorio dominado por canciones de The Beatles, “MacCa” sorprendió por su cercanía y gran desplante escénico. Un potente regreso al país, con casi tres horas de un show que se llevó todos los laureles.

Por: Mauricio Maldonado 24 de Marzo 2019
Fotografía: Agencia UNO

“Que “bacán” volver a verlos”, suelta un entusiasta McCartney luego de interpretar sus primeras tres canciones en un Estadio Nacional prácticamente repleto. 51 mil almas congregándose en torno a la legendaria figura del ex Beatle, en lo que fue su cuarta visita al país (la del 2014 valió por dos, ya que hizo dos Movistar Arena a máxima capacidad). Dentro de esa inmensa cantidad de público, los penquistas no estuvieron ausentes (me incluyo), disfrutando a concho las 2 horas y 39 minutos de show.

Programado a las 21.00 horas del 20 de marzo -la gente comenzó a llegar desde bien temprano a las puertas del recinto deportivo más grande del país-, el esperado concierto del británico estaba cargado de variadas expectativas, ya que se trataba de la primera parada latinoamericana de su tour “Freshen Up”, y que promociona su exitoso último LP “Egypt Station”. Expectativas que fueron cumplidas con creces, y mucho más. No cabe duda que dentro del extenso setlist -37 temas en total- interpretado las más aplaudidas fueron los temas del catálogo de The Beatles, mención especial a  “A Hard Day’s Night” (con la que abrió la memorable noche), “Blackbird” (interpretada de manera magistral empuñando solo la guitarra), “Something” (con una hawaiana introducción hecha a ukelele),  “Back in the U.S.S.R.” (haciendo bailar a la mayoría de los asistentes), “Let It Be” (la que hizo que se encendiera todo el estadio con las luces de los celulares) y “Hey Jude” (que causó el momento más épico y culmine de la jornada, con un coro que perpetuó por un instante eterno el ‘nanana na hey Jude’).

Destacadas y también sorprendentes fueron los temas “Let Me Roll It”, “Maybe I’m Amazed “, “Band on the Run” y “Live and Let Die”, esta última incluyó estruendosos y coloridos fuegos artificiales, los que dejaron sordos incluso al propio “MacCa”. Mención al margen fue el saludo al Presidente Piñera  previo a la interpretación de “Queenie Eye”,  que provocó una reacción negativa en buena parte de los presentes.

Y cuando todos pensábamos que había terminado, luego de 33 canciones  y con el repertorio que ha llevado por parte de Canadá, Japón  y Europa interpretado en su totalidad, y varios ya nos retirábamos, McCartney saltó al escenario junto a su banda y las banderas de Reino Unido y Chile. Regreso y encore en que se despachó “Birthday”, “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, “Helter Skelter”, “Golden Slumbers”, “ Carry That Weight” y “The End”, estas últimas, tres al igual que en el álbum “Abbey Road”, tocadas de corrido y como una sola gran canción. El perfecto final para una perfecta noche con un pedazo de la historia de la música y el rock como lo conocemos como tal.

Una jornada en que quedó en claro la pericia y “carrete” musical de Sir Paul McCartney, pasando de un instrumento a otro con total naturalidad. Si bien esta experiencia dada por los años le ha deteriorado en parte su voz -se le hace difícil el llegar a los tonos altos de algunas canciones-, no cobra mayor importancia ante el desplante escénico del inglés, quien en ningún momento mostró signos de cansancio o tedio ante lo extenso del show.

El carisma también fue parte del repertorio, comunicándose constantemente con el público y gracias a un “torpedo” en el piso hizo gala de su simpatía usando palabras típicas chilenas -aparte de “bacán”- como chiquillos y chiquillas. Una verdadera fiesta familiar que convocó a diversas generaciones, ya que si bien el gran grueso del público fue adulto joven, había mucha juventud, niños y niñas coreando al británico.

Incluso, un solitario perro se paseaba entusiasta en el sector de cancha. No quiso perderse el show,  ladrando ante la estridencia del sonido y las potentes luces.

Un grande de la música mundial que había que ver en vivo  y proyectando que esta será su última visita al país, ya que con sus 76 años de edad y considerando que tuvieron que pasar cinco antes de volver a Chile, es difícil que el ex Beatle se embarque en una nueva gira mundial. Ojalá que me equivoque y volvamos a vivir esta gran experiencia, fundamental para los amantes de la buena música.

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