Ciencia y Sociedad

“Innovación más importante en el sistema de salud es la conversación sin prisas”

Víctor Montori, médico e investigador en la Clínica Mayo de Estados Unidos, expuso en Congreso Futuro Biobío 2023 sobre la esencia, el presente y la necesaria revolución del cuidado que se da a los pacientes. Compartió espacio con tres investigadores locales.

Por: Natalia Quiero 04 de Febrero 2023
Fotografía: Comunicaciones UdeC

¿Cuál es el futuro del cuidado?, fue la interrogante sobre la que reflexionaron cuatro especialistas que dieron vida a la ponencia “Salud Pública, Cuidado del Paciente, Endocrinología”, con la que cerró el Congreso Futuro Biobío 2023.

El panel lo lideró el endocrinólogo peruano Víctor Montori, profesor de Medicina en la Clínica Mayo (Estados Unidos). Allí es investigador principal de la Unidad de Investigación sobre Conocimiento y Evaluación e impulsor de la iniciativa “La revolución del paciente”.

La academia local la representó la doctora Diana Cáceres, académica de la Universidad de Concepción (UdeC); la doctora Natalia Bello, académica de la sede Chillán de la Universidad del Bío-Bío (UBB); y el doctor Carlos Zúñiga, académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).

Para cuidar

Cómo debe ser y cómo es el cuidar fue el centro de Montori. “El cuidado no es sólo una actividad mecánica con un objetivo biológico. Es una práctica y disposición. La disposición a prestar atención (…) Requiere entender la situación de la persona que está en dificultades en alta definición”, destacó y que “la atención no es suficiente, requiere responder. La decisión de responder da la esperanza de que la situación difícil y problemática del paciente pueda resolverse”.

También enfatizó que “dar cuidado se hace en conjunto con quien lo va a recibir”, por lo que “requiere competencia profesional y compasión”. Y es que, advirtió, sin prestar atención a la recepción del cuidado “no podremos saber si es pertinente, adecuado y deseable”.

En ello relevó que “el cuidado, para ser eficaz el paciente tiene que confiar en la persona que lo está cuidando”, porque “en el contexto de cuidar al paciente, en el tiempo se desarrolla una relación y es la fuente de la resiliencia”. Con confianza y resiliencia hay esperanza, permite que los tratamientos se mantengan y alcancen los mejores resultados; en casos contrarios dijo que el resultado más común “es la decepción”, devenida en baja adherencia y descompensación.

Su énfasis fue la “enfermedad crónica, causa más común por la que adultos van al servicio de salud”.

Industrialización

Por ende, Víctor Montori aseveró que “el cuidado es una actividad meramente humana”. “Cuidar es algo que la tecnología no puede hacer: solamente las personas pueden cuidar”, sostuvo.

Esto, si bien reconoció las oportunidades que el desarrollo de ciencia, tecnología e innovación dan al servicio de la medicina, salud y calidad de vida. Pero, el gran problema que mencionó el investigador es que “el cuidado se ha industrializado”, donde influyen esas herramientas tecnológicas que facilitan procesos, junto con la alta demanda en el sistema sanitario y el poco tiempo para atender.

En medicina cada vez vemos al paciente más rápido y no podemos apreciarlo”, dijo. El resultado de un examen o revisar una ficha médica electrónica provee información para evaluar. Y relató que se etiqueta a las personas con un diagnóstico y conceptos como cumplidor o incumplidor del tratamiento que es igual para todos. Esto se traduce en que “pacientes se vuelven indistintos, reciben tratamientos genéricos que se vuelven pesados y reciben crueldad: la crueldad de la indiferencia”.

De hecho, compartió que estudios de la Clínica Mayo determinaron que “médicos están 40% de la cita en la computadora metiendo información sobre el cuidado en vez de estar cuidando”.

Se cree que por revisar se conoce a la persona, sin examinar ni conversar”, interpeló Montori, pero genera una vista “del paciente como imagen borrosa”. Imposible conocerlo, menos generar las esenciales confianza y resiliencia que se dan en la relación personal, no genérica.

La revolución

Ese cuidado industrializado parece eficiente, pero humanamente no es sostenible”, afirmó y para el mejor futuro del cuidado relevó que la base es “entender a la persona no sólo como ente biológico, sino como una persona con biografía”. Toda persona tiene problemas, afectos e intereses y vive en un contexto familiar y social que determinan sus acciones y salud. Entonces, manifestó que “la innovación más importante en el sistema de salud es la conversación sin prisas, no la tecnología ni la inteligencia artificial”.

Así se conoce al paciente, sus recursos y posibilidades, y se brinda el cuidado más apropiado, en cuyas decisiones debe tener opinión y no sólo recibir mandatos. Es el paradigma que debe primar y es la revolución del paciente, dijo, que se aborda con “la intervención mínimamente impertinente: pacientes y clínicos deben colaborar en el diseño de planes de cuidado que respondan de manera máxima a la situación única y prioridades de cada paciente, y que interrumpa mínimamente sus vidas y amores”.

 

Diana Cáceres (de pie), compartió en el panel con Víctor Montori, Natalia Bello y Carlos Zúñiga.

Toma de decisión compartida: el futuro para el mejor cuidado

La experiencia que ofreció el doctor Víctor Montori dio paso a la intervención de los tres especialistas que representaron a la academia local, siempre con foco en la actividad de cuidar a otro en su valor y desafíos presentes de cara al futuro.

Con amor y empatía

Comenzó la doctora Diana Cáceres, médica de familia que hace clases dentro del Programa de Salud y Medicina Familiar del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UdeC. En su trabajo profesional e investigativo aborda distintos tópicos sobre el cuidado de las personas, medicalización de la vida, la polifarmacia y la medicina mínimamente disruptiva (o impertinente).

En su intervención interactuó con el público para que protagonizaran la actividad a través del ejercicio de ingresar a una aplicación digital con sus smartphones para que entregaran conceptos asociados al cuidado. Como resultado, lo que más se repitió fue “amor, empatía y atención personalizada”, mostró la editora en jefe de la Revista Chilena de Medicina Familiar y coordinadora de la Red Iberoamericana de Revistas Científicas de la Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar, además de coordinadora de los Centros Semilleros del Territorio de Talcahuano.

En su reflexión se demostró qué quieren y necesitan quienes son usuarios del sistema de salud, pero sobre todo personas con afectos, problemas, preocupaciones, temores y realidades particulares, individuales. Por ende, esos conceptos deben estar a la base de la atención integral que se brinde para tratar las patologías y brindar cuidado.

El amor, qué importante. Es dar y recibir, de eso se trata el cuidado”, agregó por su parte la enfermera Natalia Bello, directora del Departamento de Enfermería de la UBB Chillán y cuya línea de investigación es la influencia del entorno en las patologías cardiovasculares.

Y sobre eso manifestó que “si el equipo de salud fuera más empático con los pacientes, si miráramos en sus ojos qué significa tener una enfermedad crónica y la carga, el trabajo que ello conlleva, seguramente podríamos lograr mejores resultados en ellos”.

Atención integral

Esa empatía impulsó la transformación del nefrólogo Carlos Zúñiga, académico de la Facultad de Medicina de la Ucsc, de un equipo profesional dedicado a la atención y de los pacientes. Su quehacer está en la enfermedad renal crónica, en dar el mejor cuidado, con una trayectoria que ha hecho desde su formación en el Hospital Las Higueras de Talcahuano.

“Vi morir muchos jóvenes con enfermedad renal crónica”, lamentó. Así, empezó un camino a la formación y desarrollo de la nefrología con la inclusión de diálisis (hoy GES) o del trasplante renal. “Y empezamos a salvar gente”, aseguró.

Al pasar los años notaron la cantidad de personas, cada vez de mayor edad, con la necesidad de dializarse, tratamiento crónico (varias veces a la semana y toda la vida) que impacta el bienestar e interfiere con el normal desenvolvimiento, lo que agobia a muchas personas. “Entonces, vimos el dolor y sufrimiento que significaba para muchas personas el estar en diálisis”, reconoció, porque “sobrevivencia no necesariamente significa felicidad”.

Y apareció el concepto de “calidad de vida”, recordó, y mejorarla y mantenerla para la persona se volvió el horizonte, más que tratar o curar una patología. A los dos tipos de diálisis y el trasplante se sumó una cuarta opción que se daba en otros países y que con su equipo decidieron desarrollar en Chile desde el Biobío: tratamiento conservador no dialítico. Así, en Las Higueras se creó la primera Unidad de Cuidado Renal Avanzado de Chile, donde cuidan al paciente y su familia desde una atención integral, que evalúe y considere toda la realidad y promueva una toma de decisión informada en los pacientes, no una imposición a seguir uno u otro camino terapéutico.

La toma de decisión

Y esta toma de decisión compartida entre el equipo médico con el paciente y su familia que promueven en la citada unidad y es pilar de la medicina mínimamente impertinente, que escuche a la persona e individualice los tratamientos.

El modelo que se necesita para Chile y se ha buscado implantar en el sistema de salud nacional, coincidieron los especialistas, pero también en que todavía está más en el papel que en la práctica y queda mucho por avanzar para llegar hacia el futuro que debe tener la atención sanitaria integral y el cuidado que toda persona necesita y merece.

Congreso Futuro Biobío

Lo organiza la Mesa Regional de Vinculación Interuniversitaria que integran la UdeC, UBB, Ucsc y el Gobierno Regional del Biobío. Es uno de los eventos regionales del Congreso Futuro que realiza el Senado de Chile desde 2011 en la Región Metropolitana.

El sello local es que se realizan paneles temáticos que lidera un experto internacional presente en la actividad central (que dura una semana) y comparte con un representante de cada casa de estudios organizadora.

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