Instar a la ciudadanía aprovechando los múltiples portales web, como lo han hecho con anterioridad Finlandia y Francia, a proponer y debatir sobre proyectos de ley, podría facilitar el dialogo con el Estado.
En Chile se ha ido creando un clima de crispación y de descalificaciones que antaño ya nos ha traído trágicas consecuencias. Y esas posturas que anticipan el fin del diálogo cuando más se necesita, hoy están confinadas en esos corralitos impermeables.
Hay que tomar la oportunidad que tenemos de repensar como queremos ser, no desde la nada, sino tomando en consideración toda nuestra historia.
Ese Chile sin voz, que parece ausente en medio de un clima de radicalidad y polarización es al que le corresponde ponerse de pie y en marcha el día 26.
En una actitud bastante paternalista se intenta justificar, y no sólo comprender, estas conductas disruptivas que lesionan o ponen en riesgo a otros.
Bienvenidos todos y todas a pensarnos juntos y en público, levantar los pilares de una democracia que escuche, incorpore al abanico de miradas y sea capaz de buscar los equilibrios suficientes entre urgentes expectativas con las exigencias de una legítima participación ciudadana.