Los derechos fundamentales constituyen condiciones necesarias para una democracia constitucional. La validez de la ley y la legitimidad de las decisiones políticas dependerán de su conformidad y coherencia con la norma constitucional, entre las que se encuentran aquellas que consagran los derechos humanos.
Como aproximación cultural desde el método científico con base en los datos, la evidencia empírica y la formulación de hipótesis, podrían constituir el camino para la revalorización de nuestra deteriorada democracia y la razón, la ciencia y el humanismo en el rescate de los valores ilustrados el camino posible para el progreso de la humanidad.
A medida que perdemos la capacidad de escucharnos, unos a otros, la democracia se vuelve menos significativa y se parece más al censo de algunas tribus, cada una de las cuales vota más de acuerdo con lealtades tribales, que con un juicio sensato de las prioridades. (Abhjit Banerjee y Ester Duflo).
Ser políticamente responsables nos obliga a ponernos delante de los sátrapas en potencia, rechazándolos sin ambigüedades.
El Poder busca apoderarse de las esperanzas de toda una sociedad para prevenir posibles riesgos que pongan en entredicho sus prerrogativas, identificando a los enemigos, pudiendo preveer y combatir oportunamente todo complots o posible rebelión.
Existe lo que los expertos denominan “La Constitución no escrita” (utilizada por los británicos) y la “Lealtad Constitucional” (de origen alemán). Ambas tienen en común lo siguiente: son pactos sociales previos a la reglamentación constitucional misma, direccionados al bien común y la paz social. Ambas condenan la violencia instrumental, venga de donde venga.