Esta soberbia especulativa exacerba las perspectivas de los involucrados, los unos por cuanto son menospreciados y los otros que citan al culto referente por ser la voz “irrefutable” de una verdad revelada.
Lo lógico es cambiar al interlocutor y acá es muy probable que esté sucediendo lo mismo, aunque el gobierno pareciera no verlo así.