Francisco Darmendrail
Director Honorario
Instituto de Investigaciones Históricas José Miguel Carrera
“Es hermosa nuestra historia, y para dar en una narración a nuestros hijos la llamarada del heroísmo, no necesitamos recurrir ni a Grecia, ni Roma, si Prat fue toda Esparta”. Así nuestra Premio Nobel Gabriela Mistral homenajeaba a Arturo Prat Chacón, uno de los máximos héroes de nuestro país.
Arturo Prat nació la noche del 3 al 4 de abril de 1848 la Hacienda de San Agustín de Puñual, ubicada en las cercanías de Ninhue, actual, región de Ñuble.
Es recordado por su gesta junto a la tripulación de la Esmeralda en el Combate Naval de Iquique del 21 de mayo de 1879. No obstante, como persona tenía una gran conciencia social.
Siendo ya oficial de la Armada, en sus tiempos libres dedicaba sus horas a enseñar a los obreros analfabetos a leer y escribir. Por otro lado, plasmó en su memoria de prueba para ser abogado titulada:
Observaciones a la Ley Electoral Vigente. Arturo Prat en su memoria de prueba entre otras materias, realiza una crítica a los partidos políticos de entonces y los acusa de transformarse de unos representantes de los ciudadanos a representantes de ellos mismos, además de no tener conciencia social ante los problemas que aquejan a la población. Su tesis fue aprobada con distinción.
La rectitud y caballerosidad de Prat siempre fue apreciada en vida. Así también fue reconocida por Miguel Grau, quien, tras la muerte del héroe nacional, envió una carta de condolencias y sus pertenencias a su viuda, Carmela Carvajal. Los maestros en las escuelas vieron en él un ejemplo de virtud y promovieron la difusión de su figura, siendo objeto de homenajes cada 21 de mayo en todas las ciudades del país.
Arturo Prat era una persona como cualquiera de nosotros, empero que hizo su vida diferente. Siempre luchando contra la adversidad, para él la palabra imposible no existía. Su gesta en el Combate Naval de Iquique nos recuerda que todos los días debemos enfrentar diversos desafíos, pero tal como sucedió en aquella gloriosa jornada, aunque la contienda sea desigual, nunca hay que arriar el pabellón.