Opinión

Racismo en tiempos de pandemia

La evidencia actual es que la discriminación y vejación racista se mantiene como una praxis cotidiana en muchas instancias sociales, de manera grave e independientemente de que en algunas personas nazca el buen pensar y el buen actuar acorde a principios morales fundamentales, procedentes de una ley natural.

Por: Diario Concepción 06 de Agosto 2020
Fotografía: UCSC

Carolina Lagos Oróstica
Académica Instituto de Teología UCSC

Pese al intrincado escenario mundial generado por la pandemia del COVID-19, hace poco tiempo en distintas zonas del mundo, miles de personas expresaron en las calles su rechazo frente a un acto atentatorio hacia la dignidad humana. Me refiero a aquel 25 de mayo en que fallece el estadounidense George Perry Floyd, como resultado del procedimiento de su arresto por parte de cuatro policías. Sin embargo, no debemos olvidar que éste no es el único actuar racista que hemos conocido en nuestras vidas. Existen suficientes documentaciones y testimonios históricos que informan de ataques xenófobos y antisemitas, limpiezas étnicas y genocidios, políticas de cierre de fronteras a los inmigrantes ˝económicos˝.

Etimológicamente, la palabra raza deriva del término árabe raz (jefe, cabeza, origen), y del latín radix (raíz). Data su aparición en el siglo XV, para referir la descripción de familias nobles, dinásticas y dominantes, así como para nombrar la cría caballar. En la Reconquista Española, el término fue empleado para designar grupos humanos que se distinguían del pueblo llano por aspectos como la religión y la cultura originaria. Pero, la aceptación del concepto para precisar una categoría de la naturaleza humana, se produce en la época Ilustrada del siglo XVIII.

A fines de los años setenta del siglo XX, el filósofo Michel Foucault, en su teorización acerca del poder político y sus dispositivos asociados, desarrolla una genealogía del racismo, señalando que nace de dos transcripciones sobre la morfología humana. Una biológica, que toma el vocabulario empleado por Darwin en su teoría de la evolución de las especies; y otra, derivada de la anterior, que indica una permanente guerra social por la vida. Así, aparece el denominado racismo biológico-social, postulando una polaridad connatural entre sujetos humanos; unos que sobresalen como parte de una súper-raza, y «otros» inferiores que deben ser normados desde el discurso de poder de la raza superior.

En nuestro país, a juicio de la socióloga Emilia Tijoux: “La racialización es un proceso de producción de estigmas organizado en torno a rasgos culturales y corporales de otro al que se supone jerárquicamente inferior al nosotros chileno, que sería superior por verse y sentirse blanco, civilizado y moderno. Pero también proviene de discursos del Estado y de la sociedad, incluidos profesionales o especialistas que han señalado a la migración como un problema” (2019: p. 6).

Por otra parte, hace pocas semanas atrás, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha declarado que la pandemia global ha desatado una ola de xenofobia, “buscando chivos expiatorios y fomentando el miedo” (12 de mayo de 2020: Human Rigth Watch).

Lo antes expuesto en líneas demasiado breves para la complejidad del fenómeno, lleva a variadas preguntas de orden axiológico, ético y político. Por ejemplo: ¿Qué motivaciones humanas existen para que el racismo se agrave en momentos donde el mundo fuertemente reconoce el valor de la vida?, ¿Cuáles son los mecanismos efectivos que los estados democráticos están desarrollando para proteger y prevenir del contagio a quienes diariamente viven las imposiciones de la burocracia administrativa?, ¿Es hoy día el racismo un dispositivo del poder político, como indica Foucault?

La evidencia actual es que la discriminación y vejación racista se mantiene como una praxis cotidiana en muchas instancias sociales, de manera grave e independientemente de que en algunas personas nazca el buen pensar y el buen actuar acorde a principios morales fundamentales, procedentes de una ley natural.

Pareciera entonces, que la superación del racismo es exigencia urgente para los líderes de países que promueven discursivamente el bien común, la igualdad, la integración e interculturalidad, como elementos indispensables para la democracia moderna. Los intelectuales y científicos humanistas en los últimos tiempos han entregado contribuciones importantes para despejar las falaces argumentaciones en las que se han sostenido las doctrinas de razas humanas, pretendiendo ser lógicas aclaraciones antropológicas y filosóficas.

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