Opinión

Un futuro común en un Chile fracturado

Debemos honrar ese Chile que fue capaz de recuperar la democracia por una vía pacífica, institucional y democrática, pero esta vez haciendo una transición a un desarrollo integral, inclusivo y sostenible.

Por: Diario Concepción 02 de Noviembre 2019
Fotografía: Diario Concepción

Augusto Parra Ahumada
Presidente de la Fundación República en Marcha

Un futuro común en un Chile fracturado, es posible, pero depende de la capacidad que tengamos de superar la afirmación de los propios ideales y convicciones por el diálogo humilde que se enriquezca desde las distintas miradas, con empatía y la generosidad que nos permita ponernos en el lugar de otros para sentir las injusticias que les afectan como propias, porque Chile es de todos.

El desafío es hacer una transición al desarrollo y a uno integral, inclusivo y sostenible, con base en un Chile justo, en que podamos elevar nuestros estándares al artículo primero de la Constitución Política y la Declaración Universal de Derechos Humanos, para legar un país a las futuras generaciones en que nuestros hijos nazcan libres e iguales en dignidad y derechos.

Hoy enfrentamos el enorme desafío de superar horas difíciles, para poder comenzar a trazar el camino de modelar el Chile que queremos construir y para superar esta crisis es necesario, hacerlo sobre un diagnóstico que requiere ser preciso en identificar las prioridades, para combatir las injusticias, los abusos y las brechas de desigualdad más urgentes, sobre todo aquellas que se conjugan con el deterioro de la dignidad.

Recogiendo experiencias comparadas, como la de Francia, es necesario crear mecanismos legítimos y participativos, que permitan en ausencia de un decálogo y demandas formales de un movimiento espontáneo que adolece de liderazgos que pudieren jugar un papel interlocutor, para hacer un levantamiento de las demandas y sus prioridades.

En una segunda dimensión, es preciso comprender que pese a que nuestras instituciones políticas languidecen y están deterioradas en su ethos, en su esencia, así como gravemente heridas en su legitimidad y representatividad y honran este diagnóstico intentando obtener provecho del movimiento para resucitar sus propias agendas y para sacar ventajas y réditos, son las instituciones que constituyen la vía posible para procesar las demandas y construir las soluciones que hagan posible la construcción de ese futuro común.

Por ello es fundamental construir acuerdos y agendas, que permitan bajar el volumen a los vociferantes que gritan más fuerte y escuchar la voz de la gobernabilidad, comenzando por articular una clara mayoría con quienes aprecian la democracia y las vías institucionales para hacer posibles los cambios.

La violencia y el vandalismo en una dimensión distinta deben ser aislados y combatidos con las herramientas con que se combate al delito.

Superadas las horas más difíciles, debemos honrar ese Chile que fue capaz de recuperar la democracia por una vía pacífica, institucional, democrática y sin derramamiento de sangre, para comenzar un nuevo camino, pero esta vez hacer una transición al desarrollo integral, inclusivo y sostenible cuidando nuestros activos, para hacerlo sobre las sólidas bases del Chile que hemos construido, reconociendo nuestros logros, para hacernos cargo de las injusticias, pero por el camino de la responsabilidad sin ceder a las lógicas refundacionales o a los males del populismo y la demagogia.

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