Opinión

De segregación y rabia

Esto se viene germinando lentamente, desde hace mucho tiempo, entre quienes nunca han sido considerados para nada, quienes son mirados con desdén por todos los que tienen acceso al poder y privilegios de un sistema excluyente.

Por: Diario Concepción 23 de Octubre 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, Doctor en Derecho

Siembra segregación y desigualdad y cosecha frustración y rabia. Ante tan profunda crisis institucional, los extremistas tienen más oportunidades y no faltan los carroñeros que se benefician de las condiciones para consumar distintos delitos. La casta de los que se dicen “políticos” fracasó y la protesta se alza contra todos ellos, cualquiera que sea su color. El riesgo es despejarle el camino a quien sea capaz de canalizar esta cólera y todos los miedos, deviniendo en un tirano.

Esto se viene germinando lentamente, desde hace mucho tiempo, entre quienes nunca han sido considerados para nada, quienes son mirados con desdén por todos los que tienen acceso al poder y privilegios de un sistema excluyente.

Allí están nuestros dirigentes que pertenecen a los mismos círculos, que nunca han tenido una carencia, que han nacido con todo resuelto y son los que tienen que tomar las decisiones para solucionar problemas que no conocen y que no padecerán ni ellos ni sus hijos, que se educarán en los mismos colegios y universidades y ocuparán sus mismos cargos, mientras que a los realmente afectados sólo se les permite observar. Ellos vociferan: ¡Que se queden mirando!, ¡no son expertos!, ¡que sigan con la cabeza agachada!, ¡que lo único que puedan ver sea el piso y que trabajen!, ¡que para eso los educamos y les permitimos acceder al crédito!, ¡para que compren en todos esos supermercados que ahora están saqueando como símbolo de esa nueva manifestación de esclavitud económica!

Con una educación pública y un sistema de salud que hace rato que se desmoronaron. Con un modelo previsional que está diseñado para chuparles la sangre y entregársela a los mismos privilegiados para que lancen sus dados y jueguen a la ruleta, para que inviertan en bancos que les presten a esos mismos cotizantes su plata pero con interés, y que tienen todas las vías posibles para evadir impuestos, mientras los que observan los pagan completos. Ellos dicen: ¡Que se imaginan protestando! ¡Que les den un balazo en la nuca! Pero como nunca arriesgan nada, ellos no son los que disparan, para eso están los militares y carabineros.

Otros piden la renuncia de un presidente, que por muy desafortunado que aparezca, es el democráticamente elegido, aún cuando se muestra perplejo buscando desesperadamente un enemigo, aunque no exista, a quien conferirle una cara para echarle la culpa y declararle la guerra. Hace rato que las campanas sonaban, pero la preocupación era llenarse rápido los bolsillos a manotazos y “crecer”, pero sólo económicamente, ¡al traste con la ética!, en lugar de pensar con empatía y hacia el futuro.

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