Recientemente, la Corte Suprema falló rechazando la alianza entre Latam, American, British e Iberia, acuerdo que había sido previamente aceptado por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Me gustaría destacar que, en esta sentencia, la Corte Suprema hace una fuerte la defensa de la libertad de la persona. Esto es especialmente relevante en la sociedad actual, donde cada vez se restringe dicha libertad en más ámbitos, y se va dejando menos espacio para que cada individuo tome sus propias decisiones.
En efecto, si revisamos la regulación, y las intenciones que conocemos de nuestras autoridades, vemos como cada vez más se apunta a limitar dicha libertad. Lo que pasa es que ya ni siquiera nos damos cuenta. Nos hemos acostumbrado a que nos digan qué hacer, hacia dónde ir, cómo actuar. Así, no nos extraña que el parlamento no quiera legislar (si lo hiciera, tendría que aceptar que los individuos podamos elegir libremente a quien le entregamos los fondos para administrar nuestra futura pensión, o en que establecimiento educacional queremos que nuestros hijos sean educados, por ejemplo), cuando es algo que debería alarmarnos.
Es por ello que celebro que en este caso la Corte Suprema haya querido contar una historia distinta. Y que al hacerlo haya defendido a los consumidores y a la libre competencia, a través de plantear una defensa de la libertad económica, de promover la libertad de desarrollar cualquier actividad económica lícita, y la igualdad en materia económica, poniendo a la persona primero, antes de un grupo de empresas, antes que el mercado, antes que el Estado.
Francisca Labbé F.
Profesora investigadora Centro de Derecho Regulatorio y Empresa,
Facultad de Derecho UDD