Editorial

Las ventanas rotas del Gran Concepción

Un solo vertedero ilegal en una calle tiene la capacidad de extrapolar el sentimiento de que “a nadie le importa”, y el contagio de esa percepción fomenta nuevas conductas poco cívicas. Cuando se deja una ventana rota sin reparar, pronto aparecerán otras ventanas destruidas. Un microbasural en una calle luego se multiplica en otros barrios.

Por: Editorial Diario Concepción 24 de Junio 2022
Fotografía: Contexto

Según catastro del departamento de Aseo y Ornato de la Municipalidad de Concepción, solo en el Barrio Norte existen 50 focos permanentes de basura, desde microbasurales a verdaderos cerros de desechos dejados por vecinos. Lejos de ser un caso aislado, el triste e insalubre panorama se repite en determinadas calles y esquinas de varias comunas del Gran Concepción. Pese al trabajo de los municipios y juntas de vecinos, no se ha logrado poner fin a estos focos de desperdicios y enfermedades. “Al ver basura en un lado, la gente va y sigue botando escombros”, explicó a Diario Concepción un dirigente vecinal.

La declaración del directivo puede ser interpretada como una confirmación de la Teoría de las Ventanas Rotas. En simples, la teoría sostiene que las conductas antisociales se contagian. Una ventana rota en una vivienda, un auto dejado en el barrio, los basurales informales y elementos urbanos en mal estado transmiten un mensaje: nadie cuida de esto; este sector o territorio está abandonado. La norma social en ese contexto tiende a relativizar las conductas antisociales, aumentando las prácticas que terminan por estropear muros, fachadas y mobiliario urbano. Si se permiten ciertas faltas o vandalismo, todo ello aumentará considerablemente porque el recado es que hay cierta tolerancia para estas acciones.

Aplicada al caso de los basurales clandestinos y vertederos a cielo abierto en las zonas urbanas, la Teoría de las Ventanas Rotas cae como un guante. Mucha coordinación, recursos y trabajo han sido invertidos para mejorar la gestión de residuos, incluyendo la instalación de puntos limpios, composteras, cambios en la logística de recolección e intensas labores para crear conciencia sobre la importancia del reciclaje. Pero un solo vertedero ilegal en una calle tiene la capacidad de extrapolar el sentimiento de que “a nadie le importa”, y el contagio de esa percepción fomenta nuevas conductas poco cívicas. Cuando se deja una ventana rota sin reparar, pronto aparecerán otras ventanas destruidas. Un microbasural en una calle luego se multiplica en otros barrios.

Quizás la principal lección de la Teoría de las Ventanas Rotas es que asuntos muy pequeños pueden desencadenar enormes desastres. También nos enseña algo muy positivo: grandes cambios en el entorno son posibles cuando la comunidad corrige situaciones o hechos aparentemente mínimos. Es decir, no depende necesariamente de la autoridad, sino que de conductas individuales.

Etiquetas