Editorial

Vacunación obligatoria

Se trata de una materia controversial, que involucra principios de libertad personal, de autonomía, de bien común y salud pública. En algunos casos, la coacción fue justificada por razones de salud colectiva.

Por: Editorial Diario Concepción 29 de Julio 2021
Fotografía: Temática.

Un reciente anuncio del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, estalló en distintas partes del mundo la polémica sobre la vacunación obligatoria. El gobierno estadounidense se encuentra evaluando hacer obligatoria la inoculación contra la Covid-19 para los servidores públicos. Esta iniciativa se da luego de que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades recomendara el uso de mascarillas en espacios interiores. La recomendación va dirigida a vacunados y no vacunados y fue interpretada como una respuesta al aumento de casos por la variante Delta en ese país.

La vacunación obligatoria no es un tema popular, pero hay defensores. En Francia se decidió por la vacunación obligatoria para ciertas profesiones a partir de septiembre, lo que ha generado grandes protestas. Con los nuevos brotes se ha reavivado el debate sobre la posibilidad de implementar restricciones diferenciadas para vacunados y no vacunados.

En Chile, por ejemplo, ya existe diferenciación con el Pase de Movilidad, que permite mayor libertad de tránsito para quienes completaron el esquema de vacunación. Con la tasa de inoculación que se ha logrado en Chile, la polémica sobre vacunación obligatoria no es materia en la pauta del día. Pero hubo momentos en la historia en que los gobiernos optaron por la vacuna obligatoria. Así fue en 1887, cuando el presidente José Manuel Balmaceda estableció por Decreto la Vacunación Obligatoria contra la viruela para los recién nacidos. Hubo gran rechazo a la obligatoriedad, pero con el tiempo fue el propio curso de la enfermedad lo que establecería una correlación de fuerzas a favor de las vacunas.

Se trata de una materia controversial, que involucra principios de libertad personal, de autonomía, de bien común y salud pública. En algunos casos la coacción fue justificada por razones de salud colectiva, asumiendo que el costo personal de contribuir al bien común era muy bajo y que el beneficio era mucho mayor. Por ahora, en el mundo se observan países con suficientes vacunas y un número importante de personas que rechazan la inoculación. Al otro extremo, naciones que no tienen una mínima cantidad de vacunas para sus poblaciones. Mientras siga esa gran asimetría, la pandemia seguirá vigente en el mundo.

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