Editorial

Compromisos pendientes en la reducción del plástico

Es notorio que el retail aún no se ha tomado demasiado en serio el compromiso de reducir el uso intensivo del plástico: bolsas para el pan y las frutas, quesos, carnes y fiambres forrados sin necesidad, bandejas de plumavit u otros polímeros envuelto en alusa. Prácticas que resultan desmotivantes y contradictorias para el cliente que está empezando a tomar conciencia.

Por: Editorial Diario Concepción 19 de Septiembre 2019
Fotografía: Contexto

No cabe duda que en los últimos tres años se ha ido instalando en la ciudadanía la conciencia del daño al medio ambiente que genera la producción irresponsable de basura plástica. Las imágenes del mar infestado por miles de toneladas de desperdicios plásticos, o de cómo este afecta a la flora y fauna, o el mismísimo peligroso consumo humano del microplástico previamente ingerido por las especies marinas, es parte del sombrío panorama de un tema sobre el que aún no parece haber suficiente conciencia mundial.

Pero, al menos, ya se han empezado a dar algunos pequeños pasos, como el compromiso de los municipios que han adoptado la restricción o supresión de bolsas plásticas en los supermercados, lo que ha significado un paso importante para instalar un hábito en la ciudadanía. Pero claro, aún dista de ser suficiente. Y ahora que se ha dado un primer paso con los clientes, es el momento para demandar un compromiso explícito y notorio de las empresas y cadenas de supermercados para disminuir el uso y abuso de los polímeros en el proceso de envasado y embalaje.

Un informe de 2018 del Banco Mundial sobre cuanta basura genera cada país en el mundo determinó que Chile es el mayor de Sudamérica con 1,15 kg, por persona al día, seguido por Argentina (1,14 kg) y Brasil (1,04 kg). Dentro de este porcentaje, el plástico ocupa un lugar relevante, correspondiente principalmente a botellas y envases. Otro estudio elaborado por la Asociación Gremial de Industriales del Plástico (Asipla) arrojó que en Chile se reciclan cerca de 83.679 toneladas de plástico al año, lo cual representa un 8% del consumo aparente de este material en nuestro país, que llega a 990 mil toneladas.

Si bien aún es residual, cada día hay más familias que, tomando conciencia de la gravedad del asunto, contratan servicios de recolección domiciliaria para reciclado. Pero no deja de ser desmotivante para quienes se comprometen con la causa, ver lo que pasa al otro lado de la caja del supermercado. Basta un recorrido atento por los pasillos para ver que el retail aún no se ha tomado demasiado en serio el compromiso de reducir el uso intensivo del plástico: bolsas para el pan y las frutas, quesos, carnes y fiambres forrados innecesariamente por el personal, bandejas de plumavit u otros polímeros envuelto en alusa… Todo ello sin considerar aún la mayor fuente de plástico: la amplia gama de productos en estantería envasados en la empresa de origen.

Si se trata de comprometerse, un porcentaje relevante de los cambios pueden provenir de las cadenas del retail, pero también hay una parte que los excede, que involucra a las empresas productoras, pero que por otra parte estas difícilmente podrán resolver solas. ¿Por qué razón? Porque surgirán preguntas como: ¿Cuál será el impacto económico de utilizar otro tipo de envase? ¿Si se aumenta la venta a granel, por ejemplo, de pastas, arroz, o legumbres, podrán garantizarse las condiciones sanitarias en el traslado, almacenaje y manipulación? ¿Y qué pasa con la conservación?Respuestas nada sencillas, que necesitarán de mesas intersectoriales público-privadas, donde deberán asumir un liderazgo activo las carteras de Medio Ambiente, Salud y Economía, amén del aporte que puedan hacer las universidades a través de sus centros de investigación.

Por otra parte, urge una mayor regulación de los tipos de plástico que deben aceptarse para el envasado en Chile, pues, a modo de ejemplo, resulta inaceptable que una región como la del Bío Bío sólo existan plantas recicladoras para ciertos tipos específicos de plástico. ¿Qué hacer con el resto entonces? Muchas preguntas que requieren un primer paso clave: un compromiso real y notorio de gobiernos, legisladores, empresas y ciudadanía.

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