Editorial

Para tomarse en serio la educación parvularia

Según una publicación de Educación 2020, Chile tiene una de las tasas de cobertura más bajas de la Ocde, de los niños entre 0 a 3 años, sólo el 44% asiste a un centro educativo, lejos del promedio internacional, que supera el 70%.

Por: Editorial Diario Concepción 12 de Septiembre 2019
Fotografía: Imagen de Referencia | Agencia UNO

La reforma educacional va a tropezar todas las veces con la misma piedra, empezó por donde no debió haber empezado. Por aplaudido que haya sido el hecho de ofrecer educación superior gratuita a miles de jóvenes chilenos, ha dejado para más tarde lo que debió haber sido lo primero, cambiar el curso de la educación desde el inicio más temprano, entregar desde la base una nueva oportunidad para la formación de la juventud, en el momento más sensible de la vida para un cambio profundo y perdurable.

Chile muestra una larga historia en este ámbito educacional, desde la mirada anticipatoria de los maestros pioneros, que hizo dar a nuestro país el primer paso. La práctica de la Educación Parvularia chilena comenzó a fines del siglo XIX, con los inicios del Estado docente. El 6 de octubre de 1864, por Decreto supremo del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción, se creó la primera Escuela de párvulos pública chilena, como resultado de una iniciativa generada por don Manuel Montt Torres cuando fue ministro de ese ramo en 1845.

Según la publicación de Elige Educar, de noviembre de 2017, en el año 1910, se consideraba que los jardines infantiles ya estaban “nacionalizados”, pues contaban con un programa educacional propio. Además, los cursos para maestras se habían extendido desde Tacna hasta Punta Arenas. Más adelante, en 1925, a raíz de un trabajo de investigación, Aída Larraguibel Moreno -una alumna de la carrera de Inglés de la Universidad de Concepción-, conoció el enfoque del sistema Montessori, sus intentos de aplicarlo en Chile no fueron acogidos por el sistema estatal, aunque tuvo una amplia y exitosa acogida en el ámbito de escuelas privadas.

En razón de lo anterior, es muy alentador el hecho de haber concedido, por primera vez desde que fue estatuido, el Premio Nacional de Educación a María Victoria Peralta, educadora de párvulos, la vigésima primera persona en obtener ese galardón, con numerosas publicaciones en su área, ex directora de Junji y consultora de Unicef, Unesco y BID.

Sus menajes, al momento de conocer este reconocimiento, son de innegable fuerza, como producto de largos años de práctica en aula y con el respaldo de su investigación pedagógica, más su propia inspiración, con el convencimiento que “la educación de los menores es la carrera más importante del mundo, porque se tiene el honor de trabajar con los niños en la edad más delicada, pero a la vez de mayores oportunidades”.

Sus críticas son indiscutiblemente valederas, al describir cómo muchos jardines de párvulos se han convertidos en antesalas de entrenamiento para la enseñanza básica, o para los exámenes de admisión de determinados colegios prestigiosos y altamente solicitados, cuando en esa etapa de la infancia la mente se enfrenta al desafío de comprender el mundo mediante exploración y creatividad, la profesora Peralta interroga, ”cómo se puede tener profesionales brillantes, que busquen soluciones a los problemas, pero cuando no les enseñamos a pensar”.

Según una publicación de Educación 2020, Chile tiene una de las tasas de cobertura más bajas de la ocde, de los niños entre 0 a 3 años, sólo el 44% asiste a un centro educativo, lejos del promedio internacional, que supera el 70%, hay sólo un educador por cada 32 niños, lejos del promedio internacional, donde no se superan los 14 niños por educador. Está claro por donde habría que empezar.

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