Editorial

Un nuevo contrato social ante el consumo de drogas en escolares

Por lo general, se evita referirse a estos asuntos sensibles, como eufemismos, aludiendo al gran número de jóvenes sanos, estudiosos, trabajadores e integrados en sus hogares y familias, lo cual es cierto, pero que no hace desaparecer las circunstancias señaladas y su inaceptable frecuencia.

Por: Editorial Diario Concepción 04 de Abril 2019
Fotografía: Cedida

Las cifras no por elevadas dejan de ser ciertas, ojalá lo fueran, pero si se tuviera la oportunidad de explorar más a fondo, puede que no se atenúen, sino que empeoren. Escolares chilenos ostentan el peor de los liderazgos, encabezar, en América, el consumo de marihuana, cocaína, pasta base y tranquilizantes sin receta médica, esto sin considerar el alto consumo de alcohol y tabaco. Según los datos del Mapa de la Vulnerabilidad, de reciente publicación, 585.971 escolares de 8° básico a 4° medio consumieron alcohol o drogas el último año y, de éstos, 94.256 son consumidores problemáticos.

Se añade a esta situación otros dos aspectos de igual grado de sensibilidad y amplia posibilidad de polémica, el deterioro del principio de autoridad y respeto a las directivas de los colegios, empezando por los profesores, y el abandono del rol tutor de los padres, como si la disciplina fuera una expresión de la edad oscura y su instauración resabios de una política represiva.

Por lo general, se evita referirse a estos asuntos sensibles en medio de una nube de eufemismos, como aludir rápidamente al gran número de jóvenes sanos, estudiosos, trabajadores e integrados felizmente en sus hogares y familias, lo cual, también, es cierto, pero que no hace desaparecer las circunstancias señaladas y su inaceptable frecuencia.

El Ejecutivo ha lanzado el plan Elige Vivir sin Drogas, el cual se inspira en el modelo Planet Youth desarrollado en Islandia, para enfrentar este problema de etiología multifactorial, cuya dimensión incorpora algunos de los elementos antes señalados, más numerosos otros relacionados, directa o indirectamente, con aspectos socio económicos y culturales.

La iniciativa presentada por el Ejecutivo “se enfoca en prevenir el consumo de drogas en niños, niñas y adolescentes, sobre la base de un diagnóstico profundo y preciso de cada comunidad escolar, y también sobre el diseño de una estrategia especial y apropiada para cada una de esas comunidades escolares”. En intervenciones que demandan cambios de conducta mediante la educación, el consenso y la oferta de oportunidades recreativas.

La primera y predecible reacción del ciudadano medio puede ser de duda, al aplicar un modelo como el islandés, por tratarse de realidades del todo disímiles, otros recursos, diferente idiosincrasia y otra cultura, sin embargo, se puede contrargumentar la posibilidad de emprender este plan mutatis mutandis .

El segundo resguardo es más complejo y se refiere al acuerdo por un nuevo contrato social. En los términos originales de su proponente, Jean-Jacques Rousseau , “el pueblo, partícipe de la soberanía, es también, al mismo tiempo, súbdito y debe someterse a las leyes del Estado que el mismo pueblo, en el ejercicio de su libertad, se ha dado. Se concilian así libertad y obediencia mediante la ley… el hombre pierde su libertad natural, pero gana la libertad civil”.

Lo que el Ejecutivo está proponiendo es un nuevo contrato social, y reside allí su principal dificultad, el acatamiento en una sociedad que ha marchado hacia el individualismo y la libertad propia, alentada por mensajes libertarios y progresistas, que omiten mencionar la existencia de obligaciones mutuas para vivir en sociedad. Los jóvenes chilenos están en alto riesgo, los adultos tienen que hacerse cargo, sin voces equívocas, orientar adecuadamente el recto proceder de los ciudadanos de mañana.

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