Editorial

El compromiso personal con el desarrollo urbano

Cuando se observa el descuido o maltrato del entorno inmediato, cuando se daña los bienes comunes y se pierde el respeto por el otro, se hace necesario recobrar la amistad ciudadana y la responsabilidad por lo que nos pertenece a todos.

Por: Editorial Diario Concepción 23 de Marzo 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

La ciudad ni puede dejar de estar en el foco de la atención de los ciudadanos y las autoridades involucradas en su mantenimiento y desarrollo, no puede haber distracciones en el constante desafío de hacer de las urbes el lugar para el cual fueron creadas, la civilización, la civilidad, de la misma raíz latina civitas, que significa precisamente ciudad.

En ese concepto se expresa la intención de vivir en comunidad para el beneficio de todos, de ahí que la tendencia haya sido elegir esa forma de residencia. En el mundo, la tasa de urbanización superó el 50% de la población. En Chile, en tanto, cerca del 87% de la población vive en ciudades, hecho que lo identifica, en el contexto mundial, como un país altamente urbanizado.

La urbanización ha permitido que nuestros ciudadanos puedan acceder a los beneficios característicos de las ciudades, como son la interacción con otros, la creación de fuentes de empleo, el acceso a servicios y equipamientos y el disfrute de espacios públicos. El crecimiento de las ciudades, sin bien ha permitido el logro de determinados objetivos de los residentes, al mismo tiempo, ha expuesto una larga serie de problemas que plantean esa permanente necesidad de reinventarla sin perder su identidad y su patrimonio. Las ciudades son dinámicas, sus habitantes cambian y con ello sus costumbres y sus aspiraciones, una demanda que exige un continuo proceso de adaptación.

Ante esa situación, los miembros del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (Cndu), han identificado al menos cinco fenómenos emergentes a los cuales hay que hacer frente: cambio climático, inmigración, adultos mayores, ciudades inteligentes y problemas de género. A estos habría que agregar otras consideraciones, descritas como una hoja de ruta para el desarrollo de las ciudades; integración social, desarrollo económico, equilibrio ambiental, identidad y patrimonio e institucionalidad y gobernanza. Asuntos todos que nos afectan con grados variables de intensidad y que, sin embargo, no nos mueve a participar en nuestros propios entornos para hacernos parte.

Anticiparse a las eventuales crisis por desaplicación o indiferencia , es la tarea conjunta de las autoridades y cada uno de nosotros como integrantes de la comunidad urbana, con el fin de lograr la construcción de ciudades más equitativas, justas, socialmente integradas, democráticas y participativas, aspecto este último claramente deficitario como consecuencia del individualismo predominante, pero afortunadamente ni absoluto ni definitivo.

No se puede perder el fin último de la creación de las ciudades, posibilitar que los ciudadanos puedan acceder a los beneficios característicos de las urbes, ofrecer bienes colectivos por el bien de todos.

Cuando se observa el descuido o maltrato del entorno inmediato, cuando se daña los bienes comunes, cuando se atenta contra la conservación del patrimonio y se pierde el respeto por el otro, se hace necesario recobrar, mediante la educación, la amistad ciudadana y la responsabilidad por lo que nos pertenece a todos, nuestra herencia cultural e histórica, la parte faltante de educación cívica, como una modalidad de vivir en comunidades sanas y vitales, no es solamente la oficina de reclamos del municipio de turno.

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