Editorial

Limpieza de la ciudad: una tarea para todos

Una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia. Y, en ese sentido, es fundamental la educación sobre el tema en todos los niveles posibles, algo que también debe ser sustentado en los hogares, profundizándolo en la mente de todos hasta hacerla una constante social.

Por: Editorial Diario Concepción 20 de Febrero 2019
Fotografía: Archivo

El concepto de higiene ha tenido grandes variaciones en definición y énfasis en las diferentes culturas y épocas. Por ejemplo, fue casi inexistente para los europeos en el siglo de los grandes descubrimientos, que se dan cuenta que la limpieza es privilegiada en el nuevo mundo, con pueblos en extremo aseados, en comparación con los basurales omnipresentes en sus comunidades de origen. Esa realidad perdura hasta principios del siglo XX, con la evidencia de asociar aseo y salud, más allá de la estética.

En las grandes urbes, este aspecto es de extraordinaria importancia y de enorme complejidad, pues la gestión de desechos en enormes cantidades, día a día, es un desafío considerable para todas las autoridades. Una tarea que también debe ser asumida con seriedad por la ciudadanía, que debe involucrarse en estos procesos no como un mero espectador, sino con ciudadanos que sean protagonistas empoderados.

No basta con esperar el paso de los camiones aseadores, hay que contribuir para que las cargas de estos disminuyan, comprometerse seriamente con el reciclado, haciendo uso cabal de los puntos limpios, evitando dejar basura en cualquier parte y de cualquier modo. Basta con visualizar el aspecto de un parque al terminar algún acto masivo para comprender que es exactamente lo que hace falta cambiar, o también los lugares donde está permitido dejar basura a la espera que pasen los recogedores. A veces, estos desechos igualmente se convierten en las “delicias” de perros y gatos, que junto con buscar alimentos dejan toda esta mugre desparramada en las calles.

No son pocas las campañas que se han realizado en este sentido. “Junt@s, Concepción más limpio” es una de las más recordadas, donde las autoridades edilicias solicitaban comprometerse con tres acciones; sacar la basura domiciliaria en el día y hora que corresponda, no arrojar basura en la vía pública y usar los puntos limpios. Bien mirado son solicitudes en extremo modestas, nada más que poner en uso un poco de buena crianza.

También, sería positivo que se pusieran más basureros en algunos puntos del centro penquista, pues ante la falta de ellos muchos tienen la costumbre de botar sus desechos en lugares como caídas de agua y alcantarillas, lo que genera nuevos problemas cuando empiezan las lluvias en otoño e invierno.

Al final, más allá de las medidas de las autoridades, lo que tiene que imponerse es la voluntad más fuerte, la acción más duradera y perseverante, el combate a la basura y la suciedad, sin bajar los brazos, vencer a los descuidados y a los vándalos, a los rayadores de muros.

Se ha repetido muchas veces y tendrá que seguirse insistiendo que una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia. Algo que tiene que repetirse, no importa cuán machaconamente, reiterando, además, este llamado con educación sobre el tema en todos los niveles educativos y sustentado en los hogares, profundizándolo en la mente de todos hasta hacerla una constante social.

La ciudad de Concepción es bella, le falta ser una ciudad limpia. En verano llegan los visitantes y turistas, pero aún si no vinieran vale la pena tener una mejor ambiente para vivir. Y aunque sea majadero repetirlo, que así sea es una tarea de todos, pero, principalmente, de cada persona, pues si no está esa voluntad, no hay programa ni campaña que sirva.

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