Economía y Negocios

Juan José Ugarte, presidente de Corma: “La promesa de un edificio verde en Chile es tener doble vidrio y espacio para bicicletas”

El sector forestal está empeñado en impulsar la madera en la construcción, se ha incorporado a la agenda del COP25, y a convertir Chile en un país carbono neutral. A cada 35 días, los bosques chilenos entregan madera para construir 500 mil casas, lo suficiente para superar el déficit habitacional del país, dice el dirigente gremial.

Por: Silvanio Mariani 07 de Julio 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Para tener una idea del “peso” del sector forestal, nos valemos de una comparación: la extensión del bosque natural en Chile equivale a la superficie de Corea del Sur y Taiwán juntas. Son 17 millones de hectáreas, y de ese total, el 86% corresponde a nativo y el 13% a plantaciones forestales.

Esa inmensa riqueza tiene un altísimo valor ambiental y además permite al país incorporar la madera como material de construcción y muebles, la celulosa para producir papel y reemplazar las bolsas plásticas, y reutilizar los remanentes para producir energía limpia a partir de la biomasa.

Así lo explica Juan José Ugarte, presidente de Corporación de la Madera (Corma), gremio que reúne a 191 pequeños, medianos y grandes productores forestales. La próxima Cumbre de Cambio Climático (COP25, que se realizará en Chile del 2 al 13 de diciembre), les dará la oportunidad de resaltar la importancia de los bosques en la lucha contra el cambio climático, afirma Ugarte. Los bosques pueden hacer que Chile alcance la meta de ser carbono neutral, un compromiso asumido por el país y que en la práctica significa remover de la atmósfera tanto dióxido de carbono como el que agregamos.

– Chile se ha impuesto la meta de ser el primer país en vías de desarrollo a convertirse en carbono neutral en 2050. ¿Qué puede aportar el sector forestal ahí?

– Tenemos un rol muy importante. Por un lado, a través de la captura de CO2, que son realizados por los árboles, para transformar ese CO2 en oxígeno. Los bosques chilenos capturan el 60% del CO2 que el país lanza a la atmósfera. Más de la mitad de lo que producen todas las empresas, el transporte, las viviendas, etc. Pero el sector también aporta en la producción de materiales que están dentro de la economía circular. Por ejemplo, ¿cuál es el sustituto natural de las bolsas plásticas? El papel, que viene de los bosques. Otro aporte importante es la generación de energía con la biomasa. El desafío que tenemos es aumentar la captura de carbono para que lleguemos al cien por ciento, y también aumentar el aporte de productos dentro de la economía circular y una mayor utilización de la biomasa. Los desperdicios van a calderas para generar vapor y energía eléctrica. Todo eso viene de los bosques chilenos. En ese desafío de Chile sustentable, el sector forestal es uno de los pilares. En lo económico, en lo social y en lo ambiental.

– Chile era carbono cero en 1990. ¿En palabras simples, qué significa ser carbono neutral?

– Significa que debe sumar cero todo lo que emitimos con todo lo que atrapamos. Según el último balance de agencias internacionales, el 2016 nuestro país emitió 111 mil kilos toneladas de CO2 o equivalente y atrapó alrededor de 72 mil kilos toneladas. Es decir, tenemos alrededor de 46 mil kilos toneladas que tendremos que manejar. Nosotros planteamos que Chile tiene que agregar 2 millones de hectáreas de bosque a su patrimonio forestal. ¿Qué tipo de bosque? El bosque adecuado en el lugar adecuado. Tenemos que preservar nuestras áreas protegidas. Necesitamos de una nueva ley de bosque nativo para proteger ese patrimonio, y también crecer en esa producción de madera que va a sustituir otros materiales, como el plástico y otros.

– Corma ha impulsado campañas de revalorización de la madera para la construcción. La pregunta del millón: ¿La madera es competitiva, en términos de costos, en comparación con otros materiales constructivos?

– La madera es totalmente competitiva. Es como si te ofreciera un auto eléctrico y te dijera que vale lo mismo. Interesante, ¿no? Pero, para cumplir eso, se hace necesario una modalidad industrial, porque si haces artesanalmente, te sale más caro construir en madera. El país se ha equipado de una industria moderna para edificación en altura que hace tres años no existía en Chile. Arauco hizo una alianza con la belga Etex para importar una línea de producción completa y hoy están construyendo las primeras 250 viviendas en Casablanca, usando ese sistema industrializado. La madera es el segundo material de construcción en Chile, después del hormigón. Hace 15 años era el cuarto. En viviendas de hasta dos pisos, la madera es líder para la construcción en Chile. ¿Cuál es el próximo desafío? Ser líder en hasta 6 pisos. Y para la próxima década, ser líder en construcción en altura, con hasta 15 pisos o más construidos en madera.

– ¿Y las preocupaciones por ser Chile un país sísmico?

– Hay que entender que se está desarrollando la capacidad tecnológica en los temas sísmicos y entender la paradoja de que, en el caso de un terremoto, hay mayor seguridad en los edificios en madera. El hormigón debe transmitir la energía hacia el suelo, porque son rígidos, robustos. La madera es más flexible y disipa la energía. Hubo un sismo grado 7 en Chiloé y solo se quebraron los vidrios. Eso sería una catástrofe en otros países. Otra ventaja es que un edificio en madera pesa el 30% de un edificio de hormigón. En un terreno como el de Concepción, es más favorable, porque habilitar ese tipo de suelo para el hormigón tiene un costo sideral. Hoy tenemos un edificio experimental de seis pisos instalado en la reserva forestal Peñuelas. Es el más alto de Latinoamérica en madera. A través de un monitoreo con sensores, estudian el comportamiento ambiental y sísmico del edificio. Otro proyecto en desarrollo es un edificio de departamentos en Rancagua de seis pisos de altura y que tendrá más de 50 departamentos.

– Podría satisfacer la demanda de viviendas en Chile…

– Te doy un dato que grafica la envergadura del sector forestal. En los bosques chilenos, crecen 8 casas por minuto. Es decir, en 35 días se produce la madera necesaria para superar el déficit habitacional de 500 mil casas. Eso evitaría que se lanzara a la atmósfera gas carbónico equivalente a la luna menor de Júpiter, o a un planeta de 2 kilómetros de diámetro. Eso por construcción, residuos, transporte. Es decir, una nube de 2 kilómetros de emisiones.

– ¿Y la gran promesa de incorporar valor agregado?

– Bueno, a partir del próximo año se va a producir en Chile la celulosa textil. Es como pensar que nos vamos a vestir de árboles. No vamos a tener lo telares, pero vamos a fabricar la materia prima para fabricar la celulosa textil que reemplaza al poliéster. El mundo no tiene capacidad para crecer en lana, porque no hay más superficies para praderas para las ovejas. El algodón es complejo para cultivar. Entonces tenemos dos alternativas: o nos vestimos de plástico o de materiales renovables. Chile va a ser un importante proveedor de celulosa textil para reemplazar al poliéster. Ya hay producción industrial de fibra textil y Chile será un gran proveedor de esa materia prima.

– ¿Seguiremos exportando materia prima?

– Eso tiene que ver con la madurez del mercado interno. En el caso de la madera, se han realizado esfuerzos importantes para incorporar valor a los productos terminados. Hoy día se puede construir en Chile edificios de hasta seis pisos en madera. En países forestales como Chile, la relación de construcción en madera versus otros materiales es de 80-20 y en Chile es al revés, con un 20-80.

– Además es una materialidad muy empática con las nuevas generaciones.

– En Estados Unidos, un 35% de los compradores de viviendas tienen perfil millennials. Son jóvenes profesionales, con poder adquisitivo, que valoran de otra manera el tiempo libre, contacto con la naturaleza, y hoy día promesa de un edificio verde en Chile es tener doble vidrio o estacionamiento para bicicleta. Es decir, totalmente insuficiente para cumplir con la promesa de un edificio verde.

– Respecto a los conflictos con las comunidades indígenas, puesto que las plantaciones van a crecer, ¿es probable que también crezcan estos conflictos?

– Bueno, hay un informe del Ministerio de Agricultura, Chile tiene 3 millones de hectáreas de terrenos con aptitud forestal en proceso de erosión. Si te asomas a Bío Bío vas a ver que hay un río muy ancho de medio kilómetro de ancho y zonas con 15 centímetros de profundidad. ¿Ese río siempre fue así? No. Fue un río navegable como el Maule, el Cautín. En el lecho del Bío Bío hay arena, y dónde viene esa arena. De los terrenos, cerros, montes, toda la cuenca que por las lluvias, si no hay material vegetal, ese suelo se va arrastrando hasta llegar al río. Estamos perdiendo hoy un patrimonio de 3 millones de hectáreas. La meta es, hasta 2040, forestar 2 millones de hectáreas en los terrenos con erosión y que tienen aptitud forestal. Con plantaciones, con bosque nativo, el bosque adecuado en el lugar adecuado.

– ¿Qué responde a quienes afirman, incluso con informes y estudios, que las plantaciones “chupan” el agua de los terrenos?

– Es todo lo contrario. Estamos en una zona en que el 84% del agua que cae termina en el mar. Solo un 16% tiene un nivel de manejo agrícola, para empresas o consumo humano. Lo que falta son obras hidráulicas para generar capacidades de retención de esas aguas. Los bosques se alimentan de la lluvia. No tienen riego tecnificado, no tienen acumulación de agua. Cuando tú tienes árboles en una pendiente, el agua corre con menor velocidad y se produce infiltración a napas subterráneas. Se retiene el suelo con masa vegetal. Si no tiene árboles, el agua arrastra todo. Eso está científicamente probado.

La compleja relación con las comunidades indígenas

– Desde el sector forestal, ¿qué opinan sobre los conflictos con las comunidades indígenas?

– Estamos dedicando gran esfuerzo y energía en eso. Es un conflicto que tiene dimensiones políticas, culturales, de reconocimiento de identidades. Hay reclamaciones de tierras, hay vecindad con las empresas. Tenemos una mesa muy amplia con muchos actores y se han iniciado diálogos y relacionamientos con los vecinos en los últimos 5 años. Se están analizando todas las solicitudes que han llegado a la Conadi con respecto a reclamaciones de tierras, y se está elaborando una agenda para que el tema no sea solo un asunto de compra y venta de tierras, sino de apoyo, de generar un modelo de excelencia, de entregar soporte para el desarrollo de estos nuevos territorios.Sea con fines turísticos, con fines de cosecha o con fines ambientales. De manera a generar capacidades, autonomía en esas comunidades para tener un desarrollo sustentable en el futuro. En eso estamos totalmente comprometidos, en el sentido de avanzar en caminos muy concretos con estas comunidades. En paralelo, las empresas tienen una agenda de relacionamiento con las autoridades comunales, con la Conadi, para generar valor compartido. Cuando en una comuna el 90% del territorio es forestal, no basta con que se dé trabajo a algunos pocos. Hay proyectos en Collipuli, Lumaco, Mininco y Carahue en los cuales se establecen proyectos prioritarios y que cuenta con el apoyo del mundo forestal. Frente a esa demanda social, la percibimos y estamos con una agenda bien concreta.

– ¿Usted tiene conocimiento de territorios en que se ha reemplazado bosques nativos por plantaciones forestales?

– Eso es un falso dilema que han intentado instalar al decir que las plantaciones están en contra del bosque nativo. Eso es una falacia. Desde el año 2003 es un delito, perseguido por la ley, reemplazar un bosque nativo por una plantación. Nosotros somos enfáticos en defender esa ley. Si llegáramos a percibir ese delito, nosotros mismos haríamos la denuncia. Porque el desarrollo de la base forestal en Chile depende del equilibrio entre los bosques de preservación, protegidos, preservados y certificados, y el desarrollo de las plantaciones bajo certificación internacional. Eso para proveernos de materiales en esa economía circular y para avanzar en las metas de emisión disminuida para ser un país carbono neutral. Hay un conflicto social, lo percibimos, y hay preguntas importantes sobre estos territorios, y también sobre el manejo en los bosques nativos.

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