El decano de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UdeC, Ricardo Barra, asegura que ya no es tiempo de advertir, sino que de actuar. Mientras que el seremi de Medio Ambiente Bío Bío añade que el observatorio regional, junto con la nueva ley que se impulsa, serán clave para lograr cambios.
“Antes sí que llovía”, dicen los penquistas de más edad. Esta frase que suena todos los otoños e inviernos, tiene bastante asidero. Así lo aseguran los expertos de la Universidad de Concepción.
“En los últimos 30 o 40 años han disminuido en un 10% aproximadamente”, explica el decano de la Facultad de Ciencias Ambientales, Ricardo Barra.
La sentencia no es antojadiza y hay una razón de fondo: el cambio climático. “Ahora ya se cuentan con datos estadísticos como para registrar el impacto”, asegura el experto, quien también es investigador del Centro de Estudios Ambientales, Eula-Chile y, además, del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería de la UdeC.
Para el especialista, la problemática, también, tiene alcances ineludiblemente económicos. “Esto hoy en día nos trae impactos relevantes en el gasto público para llevar agua a las comunidades que no tienen agua, por ejemplo. Entonces, la política pública tiene que enfrentar cómo encontrar fuentes de agua, por un lado, para satisfacer la demanda de una población que va creciendo y, por otro lado, generar políticas que nos permitan adaptarnos al cambio de manera más racional y sostenible, y consumir y producir más responsablemente”.
Y añade otros indicios: “Esta Región es la capital de la producción de cerezas, de berries y muy probablemente se va a convertir en una capital frutícola. Eso tiene que ver que la baja de lluvias y el aumento de temperaturas”.
Estas reflexiones se enmarcan, igualmente, de cara al COP25, la Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, la que se realizará entre el 2 y 13 de diciembre de este año en la Región Metropolitana.
Barra detalla que ya no es tiempo de mirar a brazos cruzados. “El último informe de las perspectivas de medio ambiente global ya indican que no es hora de preocuparse, sino que de actuar”.
La ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, así también lo entiende, ya que asegura que la próxima congregación “será una gran oportunidad de sumar actores a la acción climática”.
En la Región del Bío Bío, existe una Observatorio para el Cambio Climático, que reúne a las entidades públicas y académicas.
Se espera que tome mayor fuerza una vez que se apruebe la nueva ley que buscará generar mitigaciones y estrategias para combatir esta problemática.
“Hay distintas instancias. Una es el esfuerzo que hace la administración del Presidente Piñera con una Ley Marco para el Cambio Climático, que ordena y consolida para dos líneas de trabajo: adaptación y mitigación. Por ejemplo, en lo primero, obras públicas, construcción de riveras, zonas costeras, de riego, en que hay que atacar estos pronósticos de disminución de precipitaciones o, en su defecto, el incremento en el norte. También por los incendios, cada día más grandes y voraces. Eso va dentro del presupuesto de la nación, en que claro, hay un aumento en el gasto para el Estado”, indica el seremi del Medio Ambiente, Mario Delannays.
La autoridad regional añade que “este plan incluye a siete carteras como Turismo, Agricultura, Pesca, Economía y la que coordina esto es el Comité Regional del Cambio Climático. La gracia de esto es que incorpora a la academia, que actualiza los antecedentes, datos, pronósticos”.
La normativa, eso sí, se debe aprobar y está en la etapa de consulta ciudadana, pero aclaró que la entidad observadora en la Región (apoyada con financiamiento) ya funciona y que se han hecho tres instancias.
Para el decano de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UdeC, Ricardo Barra, “si hay un eje donde se debe trabajar, ese es la energía. Es vital en las estrategias del país adopte para eso y ya Chile ha aportado para eso en realidad. En las políticas del gobierno anterior hay una de cara al 2050, en que va a generar un porcentaje importante de su energía por fuentes renovables”.
De ahí que uno de los desafíos es seguir reduciendo la energía hecha en base a carbón y que la electromovilidad provenga de fuentes limpias.
Y, si bien es cierto, las eólicas han entrado fuerte en el Bío Bío, se deben explorar otras alternativas. “Esta la solar, la energía geotérmica, mareomotriz. Es decir, está la ciencia y la técnica. Debemos adaptarnos lo mejor posible ante las demandas de este grave problema”, sentencia Barra.