Según analistas de Santander, los resultados corporativos y el nerviosismo de los inversionistas volvieron a generar volatilidad en los mercados, con caídas sustantivas en las bolsas internacionales. El S&P 500 en EE.UU. retrocedió 4% a mediados de semana, alcanzando una caída de más de 9% en lo que va de octubre. Su valor se ubica en niveles cercanos a los alcanzados en la corrección de febrero de 2018, lo que implica haber perdido gran parte de lo ganado durante el año. Lo anterior se da a pesar de los positivos datos de actividad en EE.UU. –el PIB del tercer trimestre aumentó 3,5%, por sobre las expectativas del mercado.
Si bien los resultados de las empresas reportados hasta ahora no distan de lo proyectado, se observan presiones de costo en algunas industrias –derivadas de la guerra comercial– que impactarán las ganancias futuras. Las caídas bursátiles se dan en un contexto donde los principales bancos centrales han reafirmado su estrategia de retiro del importante estímulo monetario implementado con posterioridad a la crisis.
Durante septiembre, la FED aumentó la tasa de interés y discutió alzas más allá del nivel neutral, lo que llevó a un fuerte incremento en las tasas largas. La semana pasada, el Banco Central Europeo (BCE) señaló que espera que las tasas de interés se mantengan en los niveles actuales hasta al menos la segunda parte de 2019, pero reiteró que el programa de compras de activos finalizaría en diciembre de este año. En su conferencia de prensa, el presidente del BCE, Mario Draghi, minimizó los riesgos asociados a Italia y el Brexit, afirmando que espera que prime el sentido común en las últimas negociaciones de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.