Ubicados en Lota alto, fueron una de las expresión del “paternalismo industrial” muy en boga en Chile, desde fines del Siglo XIX hasta avanzado el Siglo XX. Las industrias buscaban con ello controlar a sus obreros y empleados, por lo que construían habitaciones colectivas dentro de los terrenos de sus fábricas. Estaban rodeados de alambradas y murallas que impedían la entrada de vendedores ambulantes, prostitutas o indeseables. La arquitectura de cada bloque era muy semejante. El primer piso estaba construido con muros de fábrica, y ahí se encontraba la cocina, el comedor y una artesa para lavar. No había separaciones. El segundo piso era de madera, y ahí dormían las familias en camas improvisadas de tablas y sacos. Baldomero Lillo dejó un retrato de ellos, en “Sub terra”.
Francisco Bulnes Serrano