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“Las Marcianitas” y su histórico título mundial en 2006

Alexa Tapia, jugadora formada en el CD Huachipato, repasó la historia de este logro, que incluyó una estricta concentración durante el torneo.

Por: Ricardo Cárcamo 28 de Marzo 2020
Fotografía: Archivo Grupo Copesa

“Ustedes están de pie esperando lo que viene, han entrenado para esto, y bastante. Tienen piernas para seguir corriendo tres partidos más… Mírenlas a ellas: están agotadas, cansadas, no se pueden el culo. Este partido es nuestro”. Las palabras de Fernando Vergara, preparador físico de esa selección, dieron el golpe anímico justo que necesitaba ese grupo, que minutos después haría historia. “Eso nos dio harta garra, fuerza. Y salió el gol”, comentó Alexa Tapia sobre ese inolvidable 2-1 sobre España, que le dio a Chile el título mundial femenino en hockey patín, en 2006.

Para la jugadora formada en el CD Huachipato, ese mundial fue el punto culmine de un año donde su vida dio un giro total. “Estaba en Talcahuano y de repente, a fines de enero, me llega la invitación para ir a probarme a Santiago. Recuerdo que tomé el bus un lunes en la noche, entrené el martes y regresé. En la misma semana, me dijeron que tenía 15 días para arreglar mis cosas e irme. Así partió ese proceso para mí”.

Tras convencer a su padre -“fue hockista, al igual que mi tío, y tenía un poco de miedo que dejara los estudios”-, se instaló en la capital. Recordó que “me fui al hotel del CAR, entrenaba sola en las mañanas y en la tarde con el equipo. Después de julio, donde tuvimos una gira a España, se integraron la ‘Pancha’ Puertas y Karin Reinhardt, que estaban jugando allá. Tras las vacaciones de invierno, empezamos a entrenar todas juntas de cara al mundial”.

Paso a paso

El torneo se jugó del 30 de septiembre al 7 de octubre, en el gimnasio Olímpico de San Miguel. Chile quedó en el grupo A y, tras derrotar a Reino Unido (4-1) y Suiza (3-2), aseguró su primera meta: quedar entre los ocho mejores. Cerró la primera fase cayendo ante Argentina (0- 2), en su único revés del torneo.

“Me acuerdo que nos tenían encerradas en el Hotel Neruda. Nos quitaron los celulares, a pesar que en ese momento sólo servían para llamar, pero en las horas de descanso eran requisados. Tampoco teníamos mucho contacto con nuestras familias (…) . Era como la cuarentena de ahora, todas juntas y la mayoría éramos súper chicas. Yo era de las más grandes y tenía 21… Veíamos harta tele, películas y cada una tenía sus formas de distraerse. Me acuerdo que había aprendido a hacer sudoku y la Fernanda Urrea, que estaba conmigo en la pieza, leía el Condorito”.

Del torneo, señaló que “la verdad, lo fuimos matando partido a partido. Nos tocaba en cuartos con Colombia, era difícil y había que enfocarse en eso. Ya, pasamos, estamos en semis con Portugal… Cuando ganamos, ahí nos dimos cuenta ‘la final, la hicimos’. Me acuerdo una frase de Rodrigo (Quintanilla, el entrenador): ‘lo peor que puede pasar es ser segundas’. Entonces, habíamos cumplido con creces nuestra meta”.

Sobre la final, comentó que “España era muy difícil. Nuestro entrenador lo analizó súper bien, nos dio muchos detalles de sus principales jugadas… Y el gol que nos hicieron fue tal cual él nos había anticipado que podía pasar. ‘La cagamos’, creo que pensamos todas, pero ya, filo, había que reponerse. Después la Pancha (Francisca Puertas) lo empató… Fue un encuentro súper trabajado, concentradas en defensa, pues sabíamos que cualquier error nos podía costar caro”.

Tras el 1-1, todo se definía con gol de oro. “Fue una salida que siempre trabajamos, donde una compañera y yo hacíamos un doble bloqueo en la mitad de cancha. En ese momento, se cayeron dos jugadoras de ellas y atacaron la Fernanda (Urrea) con Roberta (Urrea), y sale el gol de la Fer. Fue la culminación de un gran proyecto y para mí fue maravilloso, porque dejé todo por eso”, recordó.

Sin embargo, la celebración tardó un par de segundos. “Jugando nos olvidamos que era el gol de oro, pero nos dimos cuenta que todo el mundo se volvió loco y ahí, de repente, fue como ‘salimos campeonas’. En el abrazo mismo de la celebración nos dimos cuenta. Para mí todo cambió. Dejé mi vida en Talcahuano, mi familia grande, de seis hermanos, amigos, para empezar otra nueva en Santiago, seguir en la selección. Puertas que se abrieron, becas, de trabajos enseñando lo que hacía. Era un plus en mi currículum, que era incluso más valorable pues estudiaba algo ligado al deporte (Ed. Física)”.

En ese sentido, Tapia agregó que “para el hockey fue muy bueno porque nos puso en boca de todos y es algo que sirve hasta hoy. Sé que muchos de los proyectos que consigue Rodrigo (Quintanilla), pues él gestiona hartas cosas aún, es por este nombre ‘Marcianitas’, que quedó patentado”. Y para siempre.

Archivo Grupo Copesa

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