Cultura y Espectáculos

Pepo, el genio penquista, hoy cumple 107 años y aún no tiene el reconocimiento que se merece

Un día como hoy, hace 107 años, nació en Concepción, pero ¡reflauta!, no tiene en Chile ni en la capital penquista una calle que rememore su nombre, ni una placa en el lugar donde llegó al mundo, ni una estatua que le recuerde a los penquistas al creador del pajarraco más famoso de Latinoamérica.

Por: Diario Concepción 15 de Diciembre 2018
Fotografía: Cedida

Luis Yáñez Morales
Periodista y documentalista
fb.com/PepoesdeConce

¿Ustedes conocen a Condorito?: ¡Siiiiiiiii!

Indudablemente ese sería el grito al unísono de muchos penquistas y también del común de los chilenos. Sin embargo, ¡plop!, muy pocos saben que su creador nació acá mismito, en el corazón de Concepción.

René Ríos Boettiger, más conocido como Pepo, tiene profundas raíces en la ciudad penquista, que lo vio arribar al mundo hace 107 años. Nació en su casa paterna en calle Barros Arana esquina Serrano un 15 de diciembre de 1911, según relata el libro “Hijos del Bío Bío” de las periodistas Margarita Rodríguez y María del Carmen Lavín. Lo recibieron las manos de su padre, el reconocido médico René Ríos Guzmán, uno de los fundadores de la Universidad de Concepción.

Ya con este antecedente queda claro que su familia está ligada a fuego con Concepción y la zona. Su tío, en realidad primo de su padre, el cañetino Juan Antonio Ríos fue, nada menos, que presidente de la República de Chile. Su hermano, Julio, fue un destacado arquitecto que diseñó, por ejemplo, el edificio de la Lotería de Concepción y casi logra ser el autor del famoso campanil del barrio universitario, con uno de sus diseños.

Los primeros dibujos de Pipón, como le decían en su infancia por ser gordito, fueron exhibidos en una vitrina de la legendaria Confitería Palet de Concepción, gestión que hizo su padre a escondidas. Él veía esto sólo como un lindo hobby de su hijo, pero está claro que se equivocó. Al niño, de 10 años, le dio mucha vergüenza mirar allí su obra, pues era muy introvertido. Más tarde, Pepo colaboró en el diario “El Sur” con una serie juvenil llamada “Fernando hace la cimarra”, basado en un primo suyo, según señala un reportaje del oráculo del cómic chileno, ergocomics.cl.

El joven René Ríos repartía combos, pero no por ser rosquero, sino porque fue un entusiasta deportista del box, fútbol, básquetbol, entre otros deportes. Incluso, fue un destacado socio del Club Deportivo y Social Lord Cochrane de Concepción. Estudió en el Colegio Alemán, donde se pasaba las clases dibujando a sus profesores y, también, en el Liceo de Hombres de Concepción.

Luego, a solicitud de su padre, ingresó a la carrera de Medicina en la Universidad de Concepción, sin embargo, su amor por los dibujos fue más fuerte y se trasladó a Santiago para estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Fueron 21 años en la capital penquista.

“Toda la vida dibujó. No recuerdo a mi hermano sin papel y lápiz”, describe Amanda Ríos Boettiger, hermana de Pepo en una entrevista de la revista Nos. Según cuenta, el lugar favorito de Pepo en la zona, por su belleza natural, siempre fue la desembocadura del río Bío Bío y antes de emigrar a Santiago, donde formó una familia con su gran amor Olive Elphick, vivía en pleno barrio universitario en una casa que ya fue demolida.

Una vez en Santiago, comenzó la fructífera, apasionada y casi desconocida vida de Pepo como caricaturista, quien trabajó en múltiples revistas, creando maravillosas acuarelas, dibujos y personajes, hasta que una afrenta al país del propio Walt Disney detonó el nacimiento del famoso Pajarraco, que le cambió la vida.

René Ríos Boettiger, que le regaló al mundo a Condorito, el personaje, más querido de Latinoamérica, junto a Mafalda, se puede decir que es un buen representante del dicho “el pago de Chile”. Nunca recibió el Premio Nacional de Periodismo, mención dibujo, como si lo recibió en 1964 su mentor, Jorge Délano (Coke). En Chile no hay ninguna calle, pasaje o avenida que recuerde su nombre ni una placa en el lugar donde llegó al mundo, ni una estatua que le recuerde a los penquistas quien era este verdadero genio de la ilustración. Aunque a Pepo no le gustaba el “autobombo”, por eso, hay tan pocas entrevistas suyas disponibles, en alguna parte debe estar diciendo “exijo una explicación”, para semejante falta de reconocimiento a su extraordinaria obra y talento.

Pero nunca es tarde de remediar la afrenta.

Como decían las tiras cómicas antiguas de la revista Okey… esta historia continuará.

(Artículo parte de la campaña ciudadana fb.com/PepoesdeConce)

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