Cultura y Espectáculos

Julien Westermann: “Me identifico con el Festival de Lebu”

Por: Esteban Andaur 11 de Marzo 2018
Fotografía: Cedida.

Clermont-Ferrand es famoso por su Mercado de Cortometrajes, disponibles en una videolibrería.

Julien Westermann (30), uno de los personajes más carismáticos de la reciente edición de CineLebu, es seleccionador de cortometrajes para el Festival Internacional de Cortometrajes de Clermont-Ferrand. Reside en aquella ciudad francesa, pero es alemán. Lo entrevisté en la plaza principal de Lebu, alrededor de la cual tomaban lugar las proyecciones especiales y de la competencia. Julien fue jurado de las categorías regionales, y ya había participado del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar.

Tiene una figura enjuta, un rictus gentil y una risa jovial y contagiosa. Es rubio y muy alto, 1.90cm. aproximadamente; cada vez que le hablaba a alguien, estiraba el cuello de forma que éste quedaba perpendicular al resto de su cuerpo; lo que es enfrentarse a la realidad de esta larga y angosta faja de tierra.

Usaba zapatillas, bluyines y polerón de capucha grises, y encima una chaqueta de cuero café. Había un pin dorado en su polerón, la Santa Lucía, premio y símbolo del Festival de Cortos de Bogotá. Cada vez que salía de las funciones, fumaba un cigago electgónico en forma de petaca, lo cual me desconcertó, pues nunca había visto uno así, y yo he usado cigarros electrónicos. Bueno, no tanto como usar, así como que una vez le robé a mi tío el que tenía y lo usé hasta que me aburrió.

<<Quiero vivir un poquito más>>, me dijo, <<pero me gustó mucho fumar. Creo que es el mejor lugar para encontrar gentes, creo que es una cosa muy social>>. Padece de un problema a los pulmones, ya que ha fumado desde los quince años y pretende dejarlo.

<<Yo hacía muchas cosas de video cuando era joven y quería estudiar la edición. Me fui a hacer un práctico en una escuela de cine, para ver cómo funcionaba. Y me encantó, pero hasta ese momento me gustaba trabajar con poca gente, y acá vi cómo se hacía una película de verdad, y eso no lo quería hacer. Es que no sentía que hubiera una persona que controlara toda la película. Es que hay muchas gentes que trabajan, y yo quería hacer otras cosas. Entonces me fui a estudiar comunicación audiovisual en Francia. Y después me fui a México a estudiar arte digital, así como 3D. Yo he sido todo lo que existe en el mundo audiovisual.

Después me fui a Clermont-Ferrand, donde estudié la dirección de eventos culturales, y mi último degree de máster fue en producción documental. Y estudiando en Clermont, fui voluntario para el festival, y así encontré mi trabajo actual.>>

Clermont-Ferrand, un cuento corto

<<Al comienzo, en 1979, el festival era sólo un cineclub, con largometrajes también. Y tenía tres personas que querían “salvar el cortometraje”: en este tiempo, el cortometraje salió de los cines, porque éstos tenían más publicidad, y entonces no había lugar para ver cortos. Y decidieron que era el momento para hacer un festival solamente para los cortos, hace cuarenta años. Tenemos un gran público local, la gente se identificó con nosotros.

Pero hay también toda una industria. En 1996 implementamos un Mercado de Cortometrajes, que es el más grande del mundo, prueba de que hay una economía de cortometrajes.

Siento que los directores no se sienten como directores antes de hacer un largometraje. Nosotros defendemos lo contrario: no creemos que necesitas hacer un largo para ser un director. Durante los estudios, haces un corto, trabajas en cortos y después llegas al largo, ese es un proceso normal; pero hay directores que regresan al corto o que hacen solamente cortos, y nosotros hacemos todo para tener un mercado para eso.

Entonces todas las entregas que recibimos al año (son como ocho mil cortos) se pueden ver en una videolibrería en este mercado. Y ese es el link que hacemos entre cineastas y la industria en Clermont, y después hay una extensión en el internet, pero esto es para los profesionales. Después se muestran al público. Hay cerca de cuatrocientos festivales que vienen a Clermont para ver las pelis en esta librería.

También hacemos muchas actividades de educación en nuestra región, vamos a escuelas para enseñar lo que es el cine.

Y el último, último proyecto que tenemos desde el 2004 es el Short Film Depot. Es una plataforma digital para entregar, con un formulario, tu película como a ochenta festivales sólo de cortos en todo el mundo. En la plataforma se abren las entregas para Clermont-Ferrand en mayo. Hay una primera deadline para las películas de 2017 hechas después del 1º de octubre, que es el 6 de julio. Y después hay una segunda deadline para las películas de 2018, que es el 6 de octubre. Puedes entregar tu película sólo una vez, es la única regla que tenemos; no puedes hacerlo de nuevo un año después, por ejemplo.

Pero no necesitamos la première, no la pedimos. Es que hay muchos festivales que quieren la première. Nosotros no. No nos gusta este funcionamiento. Nuestro objetivo es de ver la mayor cantidad posible de cortos, y si hay premières los cineastas van a bloquear su película como por cuatro meses, para ver si son seleccionados en un festival que quiere la première. Después de Clermont, está la Berlinale, que exige la première. Y hay cineastas que prefieren ir a la Berlinale, entonces no se puede ver su película en nuestro festival, y no entiendo este funcionamiento. Eso no está bueno para las pelis, ni para la gente ni para los directores.

Hace un tiempo que las premières no eran exigidas en festivales de cortometrajes; pero los festivales “generales”, como la Berlinale, Cannes, Locarno, Venecia, querían hacer competencia de cortos también, que es una buena cosa, pero ellos hacen lo mismo que para el largo: exigen la première. Entonces para defenderse, los festivales de cortos la exigen también. Pero nosotros en Clermont no.>>

Contacto en Chile

<<Somos cuarenta personas y cuando seleccionamos, tenemos una repartición geográfica: comités de tres o cuatro personas para todas las zonas geográficas. Yo he mirado todos los cortos que vienen de Chile, de Argentina, Uruguay, Perú, Colombia, toda Sudamérica; pero he hecho otras zonas también: Rusia, Alemania, Suecia, Austria, Japón, India… Entonces cuando me invitaron a Viña, me puse muy feliz de ir allá. Creo que es muy importante encontrar a los directores; y en Viña encontré a Álvaro Anguita: él hizo una película que vi allá y ganó el primer premio en Clermont un año después. Fue una buena experiencia.

La primera cosa es la película, pero si puedes encontrar a la gente, es tal vez mejor, porque tienes una gran conexión. Hay mucho intercambio de mensajes, de e-mails. Es muy importante conocer cuáles son las universidades, las asociaciones, las personas que hacen los cortos. Si sólo ves los cortos, no tienes la conexión que necesitas para hacer este trabajo.

Conocí a Claudia (Pino, directora de CineLebu) en Viña, y hace como cuatro meses me escriben que querían invitarme para ser jurado de la competencia regional, y es por eso que estoy aquí. Y me gustó descubrir este festival. He sabido que no es lo bastante grande, pero es de gentes para gentes, y me identifico con eso, porque somos lo mismo en Clermont. Y tengo mucho respeto por el trabajo que realizan: hacen talleres todo el año, hay mucha educación, y es exactamente lo que hacemos en Clermont hace hace dieciocho años. Están las universidades y las carreras de cine, pero están también los festivales que son muy importantes para ver hoy las películas de gran calidad que tienen. Eso es lo que veo todo el año: los cortos que vienen de Chile son de muy alta calidad, me encanta ver las pelis.

Es muy difícil hablar de lo que es el cine chileno, pero hay una gran ambición. Te encuentras a gente que quiere hacer terror, pero hay también películas arthouse. La gran sorpresa es que tienen suerte de que el Estado está girando en la dirección de la cultura, esa es mi impresión.>>

Un buen descanso

<<Al fin del festival, me voy a visitar a un amigo que tengo, es mi mejor amigo. Y me voy a Linares, donde está viviendo. No es cineasta, no tiene nada que ver con el cine. Estoy muy feliz de hacer una semana de vacaciones, estoy un poquito cansado y muy feliz de descansar en Chile. Espero regresar, claro, es un país que me encanta mucho.>>

La musicalidad de su voz era alemana, a menudo francesa, y su léxico sonaba traducido directo del inglés. Aunque a veces me fue un poco difícil entender su lenguaje, lo encontré adorable y aún más gracioso, sobre todo cuando confundía <<desayuno>> con <<almuerzo>> o <<antes>> con <<después>>. No es como si Julien no se hubiera estado esforzando bastante.

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