Cultura y Espectáculos

La mejor criticada del año: Lady Bird

Por: Esteban Andaur 03 de Marzo 2018
Fotografía: Cedida

El debut de la actriz Greta Gerwig como directora no es sobresaliente, mas sugiere un futuro especial para ella en el cine.

Una de mis escenas favoritas de Lady Bird (2017), el debut en solitario de Greta Gerwig como directora, es un baño en tina del personaje del título, el cual además es cómo Christine McPherson (Saoirse Ronan) prefiere que la llamen. Consiste en un solo y breve plano detalle de sus pies, apoyados sobre las baldosas rosadas sobre la tina, creando un amable contraste con las uñas de los pies de la protagonista, pintadas de azul. La escena es elíptica, y es uno de los grandes indicios de Gerwig como directora, y como mujer. Al igual que las grandes directoras del cine, ella enfatiza detalles de la cotidianidad de sus personajes, usándolos para sintetizar escenas de manera que expresen más que sólo la acción, como la veleidad femenina; la particular estética de una adolescente de Sacramento, California en 2002, a punto de irse de su casa y emigrar a la universidad, lejos; y quizá generosidad hacia la chica, dándole un momento de intimidad consigo misma, en el que pueda poner su vida más o menos en perspectiva.

Este filme, sobre ese punto crucial en la vida de un adolescente en el que debe decidir en pocos meses cuál será su futuro, descansa en la convicción de las interpretaciones de su elenco, principalmente, de sus actrices, Ronan, Laurie Metcalf, quien interpreta a Marion, madre de Lady Bird.

La insatisfacción de esta última con las limitaciones de su vida familiar, desde tener problemas económicos y no poder desarrollar sus intereses artísticos, la mueven a querer alejarse de su rutina. No sabe lo que quiere. Juzga lo que tiene a su alrededor precipitadamente, perdiendo oportunidades. Está buscando su identidad, su lugar en el mundo. Quiere que ese lugar esté fuera de Sacramento. Sueña con Nueva York.

Christine es adorable en sus aspiraciones y cuán torpe es en realizarlas. Tiene un sentido de la moda espantoso y quiere encontrar el amor. Vive con sus padres, su hermano y la novia de éste. Ella se lleva mejor con su padre Larry (Tracy Letts) que con su madre y, como es de esperar, aquí se trata de abordar las relaciones parentales de una forma honesta, en específico, las relaciones madre-hija.

Una película tan concentrada en las personas y cómo funcionan en su día a día debe ser especial. Ciertamente, hay mucha verdad en las escenas de Lady Bird, hay momentos conmovedores, aunque la mayoría son hilarantes, y está manejado de una forma delicada y enérgica por Gerwig, con un montaje veloz y elíptico, un guion de diálogos ingeniosos e inventivas escenas cómicas. Sin embargo, los personajes principales, Lady Bird y su madre, se contagian de tal inventividad, y justo cuando uno no quiere que Lady Bird cometa errores, lo hace, y uno a veces cuestiona la verosimilitud de esta relación.

Christine quiere ser una artista. Está bien. En realidad, sueña con Hollywood; y cómo no, si vive en California. También quiere una vida intelectual en Nueva York. Uno atribuiría esto a la típica indecisión de la adolescencia, mas si hay una ligera inclinación de Christine por la intelectualidad, entonces ¿por qué no lee un solo libro en toda la película? Sale con un tipo que lee libros políticos, la mayoría anarquistas, y resulta ser un imbécil, pero no es lo mismo a que ella lea algo semejante. Sí lee revistas femeninas.

Llena formularios para aplicar a universidades importantes de EE.UU. Sus notas son bastante regulares en la escuela católica a la que asiste. Se esfuerza en mejorar sus calificaciones en matemáticas, porque su padre y hermano eran buenos en eso en la secundaria. Ésta es una excentricidad más artificial que natural en el personaje. Debería esforzarse en participar de las obras teatrales escolares; se frustra por obtener papeles secundarios en lugar de protagónicos. La entiendo, aunque un poco de humildad no hace mal a los 17 años.

Si no le interesa mejorar sus notas de una forma radical, pues ¿cómo espera ingresar a una universidad ideal? Simplemente, se sienta a esperar a que universidad, casi por milagro, la acepte. El espíritu quimérico de esta chica es irresistible hasta que se pone inverosímil, y entonces es irritante. Tal vez ese sea el punto, pero me hizo perder interés en el personaje, ya que, al final, pese a estar convencido de sus problemas emocionales, dudé de su inteligencia. Y creo que eso no puede pasar jamás, menos cuando el filme intenta mostrar a ese personaje como la heroína de la historia.

Y hablando de milagros, Christine nunca da señales de conflictos espirituales, dado el contexto religioso de la historia, dado por la secundaria católica. Por ejemplo, Gerwig nos provee una diatriba a favor del aborto, para que admiremos a Christine, perdón, Lady Bird. Y eso sería. Gerwig pierde oportunidades narrativas, reemplazando situaciones inteligentes, donde se reflexione en torno a la religión desde el punto de vista de un adolescente, con anécdotas inocuas.

Asimismo, creo que la película es muy injusta con Marion, representada como una mujer cruel con su hija. Para que una madre se comporte con la crueldad de Marion, debe haber un dolor profundo o un patrón de conductas obsesivas que lo justifique. El personaje posee este bagaje emocional, mas la celeridad del montaje le impide florecer en un ser humano digno de compasión, exceptuando las pocas anécdotas en las que expresa tener corazón y hace feliz a su hija.

La intertextualidad, algo que le traspasó su pareja Noah Baumbach, está presente aquí. Lady Bird tiene el pelo teñido de rosa, el mismo color de su vestido del baile de graduación. La referencia a Pretty in Pink (1986) es clara, y debo decir que la considero mejor que Lady Bird, como varias otras de John Hughes. Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975) de Chantal Akerman, el filme épico y minimalista, se filtra en la visualidad de Lady Bird, aunque de una forma reaccionaria, pues ésta no dura 201 minutos, y necesita darle a sus personajes cierto espacio para respirar y crecer. Pero no hay tiempo para ello.

Y es inevitable la comparación con La fuerza del cariño (1983), la indiscutida declaración sobre madres e hijas en el cine. Lady Bird carece de la sutil poesía de la obra maestra de James L. Brooks. Recuerdo una de las primeras escenas donde Aurora le advierte a Emma sobre casarse, diciéndole, en una línea profética, que no es lo suficientemente especial para sobrellevar un mal matrimonio. Y eso define toda la película. Marion tiene un momento similar con Christine, mas ¿define algo?, ¿es Marion mala y ya?, ¿tiene miedo de revivir sus frustraciones si su hija se va?, ¿es especial Christine?, ¿conoce Marion a su hija? Marion sólo emerge patética. Y si Christine se va, ¿se lo ha ganado?

El error es que Marion es un personaje secundario, en lugar de ser protagónico como su hija. Gerwig está más dedicada a su original didascalia cinematográfica (el filme es bien teatral) que a un desarrollo fluido del relato, mucho del cual es efectivo y obvio a la vez. Está confundida como Christine, pero tiene algo en sus manos.

Lady Bird es entretenida y dulce, con momentos de verdad que te hacen apreciar la suma de sus partes más que el todo. Gerwig tiene una voz fresca y está destinada a cosas muy especiales. Sólo que si quiere hacer algo como Lady Bird otra vez, y transmitir una propuesta categórica, profunda y creíble, debe recordar lo siguiente como guía: mamá siempre tiene la razón.

5 nominaciones, incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección (Gerwig).

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