Cultura y Espectáculos

Lo más parecido a un viaje lisérgico: My Little Pony: La película

Por: Esteban Andaur 15 de Octubre 2017
Fotografía: My Little Pony

Cuando mi hermana era pequeña, tenía uno o dos ponis de una serie de juguetes de Hasbro. Los colores eran irresistiblemente vivos y bien combinados, o sea, en cuanto a la imagen, era imposible no desear tenerlos. No es que mi hermana jugara mucho con estos juguetes, pero cuando yo los sostenía en mis manos, los contemplaba maravillado por el diseño y los colores: no sabía qué significaban, menos cómo jugar con ellos; pero la vista era hermosa, ¡si hasta olían bien!

Eso era todo lo que sabía de esos ponis mágicos de plástico. Los años pasaron, y luego de una interminable serie de televisión, más juguetes y un par de películas, llegó My Little Pony: La película, adaptación directa de la serie My Little Pony: Friendship Is Magic, uno de los estrenos más extraños de 2017.

Últimamente, me he topado con la serie en televisión, y he visto escenas de los capítulos. Creo no haber visto cosas más raras: hay un reino poblado por ponis, Equestria, y hasta un dragón, pequeño e inofensivo, vive aventuras con ellas. Porque aquí los ponis son mujeres, o, al menos, lo son en su mayoría.

La historia en My Little Pony: La película sigue la estética y la continuación narrativa de la serie donde encuentra su origen.

El grupo de amigas compuesto por ponis, pegasos, unicornios y el aludido dragoncito (y de las cuales sólo retengo el nombre de su líder, la Princesa Twilight) huyen de su reino (de una arquitectura sólo posible para seres humanos, pero no importa), porque es invadido por, pues, fuerzas del mal, chanchanchán.

Es un viaje lleno de clichés y del sentido del humor predecible en las más ingenuas películas de aventuras, que suelen pasar sin pena ni gloria por las salas de cine, si las llegan a exhibir ahí. Sin embargo, que un filme como My Little Pony: La película llegara a los cines no es accidental: amigos me han informado de que los fans de estos juguetes abarcan todas las edades, y que la serie tiene matices oscuros, y casi todos se saben la canción principal, ¡y yo no! ¿Qué ha pasado con mi vida! Pocas veces me he sentido tan ridículo e ignorante, pero hay un público del cual lucrar.

Todo esto es visible en el filme, donde, por ejemplo, las ponis atraviesan los cielos en un barco pirata que vuela (sí, vuela), mientras cantan, porque éste es también un musical; y llegan a un lago redondo con una rosa gigante en el centro; de pronto, suena la cadena (sí, la del WC) y el lago y la rosa desaparecen siendo succionadas hacia el interior de una cueva, y las ponis caen por ella llegando a un reino de… ponis-sirenas. ¡Ponis-sirenas! O parece que algo más o menos así (mi cabeza ya estaba por explotar). Y todo termina en un concierto de rock. What the f…!

La película posee un buen sentido de la ironía y una desconcertante psicodelia, como para mantener a los adultos atentos durante una historia demasiado infantil, monótona, y de una animación hermosa de ver. Es para los más pequeños, por cierto, y para los fans, y, en ese sentido, estoy seguro de que cumple con las expectativas. Es el tipo de película cuyo destino será su visionado fijo durante los viajes lisérgicos de personas muy excéntricas.

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