Cultura y Espectáculos

Ouija: El origen del mal Perfecta para ver en Halloween

El filme es una precuela de la película Ouija (2014), la cual fue mal recibida tanto por la crítica como por el público. Sin embargo, no hay que saber nada del filme anterior para entender esta precuela, bien actuada y muy efectiva en sustos.

Por: Diario Concepción 31 de Octubre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-1680.jpg

El filme es una precuela de la película Ouija (2014), la cual fue mal recibida tanto por la crítica como por el público. Sin embargo, no hay que saber nada del filme anterior para entender esta precuela, bien actuada y muy efectiva en sustos.
 

Esteban Andaur
Contacto@diarioconcepcion.cl

Mike Flanagan es hábil para crear películas con un correcto equilibrio entre imágenes y diálogos. A este director, especialista en el terror, le interesa desarrollar muy bien a sus personajes, aunque esto supere los sustos en sus filmes, como en Somnia, antes de despertar, estrenada hace un par de meses. Esa película planteaba interesantes ideas sobre el duelo de un hijo. Pero la historia, muy original, se le fue de las manos y acabó justificando su aspecto sobrenatural con argumentos imposibles, dignos de risa.

Ahora bien, Ouija: El origen del mal (2016) es similar en temas, pero superior en calidad. Es decir, si a Flanagan le gustan las historias sobre los muertos es porque, además, le gusta profundizar en lo que significa la muerte para los vivos. En este filme, precuela de Ouija (2014), Flanagan vuelve al territorio del luto familiar.

El relato está ambientado en 1967. Alice Zander (Elizabeth Reaser) trabaja como adivina, aunque es una impostora; sus dos hijas, Lina (Annalise Basso) y Doris (Lulu Wilson) la ayudan a montar los <> de las sesiones para, según ella, consolar a sus clientes, diciéndoles lo que quieren oír de sus seres queridos desde el más allá. La familia está sobrellevando la muerte del padre de una forma difícil: tienen problemas económicos, Alice cuestiona su fe, la adolescente Lina está un poco rebelde y la única que parece mantener su equilibrio mental es la pequeña Doris. Hasta que Alice decide comprar un tablero de ouija para renovar su trabajo. Pero Doris empieza a comportarse extraña luego de que el tablero es usado y la familia se ve atormentada por terroríficas presencias en la casa. 

Las principales fortalezas de la película son la simpleza de la trama y pocos personajes. La narración, entonces, se vuelve más directa y accesible, se mueve a buen ritmo. Por lo tanto, los sustos emergen de manera lógica, y, como nos hemos involucrado emocionalmente con los personajes, funcionan bastante bien.

A algunos les podría parecer que las primeras escenas del filme son lentas, ya que se enfocan en la dinámica familiar de las Zander; pero son necesarias, para que el terror surta efecto en el público.

Las actuaciones son impecables, en especial las de las jóvenes actrices. Annalise Basso es un verdadero descubrimiento. Está excelente como Lina; es una muchacha resuelta y desafiante, mas respetuosa de sus seres queridos y tan protectora de su familia como su madre. Y mientras esta está abrumada por el duelo, es Lina quien debe asumir cierto rol parental para sacar adelante a su mamá y a Doris, y, obviamente, para liberarlas de los espíritus malignos que han llamado con la ouija.

Y Lulu Wilson es aterradora como la poseída Doris. Su personaje ya es más o menos un arquetipo del terror (El exorcista [1973] se viene de inmediato a la mente). Con esos ojos de personaje de Pixar y esa sonrisa satánica, el terror es todavía más convincente. Y la escena en que le describe al pretendiente de Lina que se siente morir estrangulado, es una de las más perturbadoras del año.

Ouija: El origen del mal puede no ser original, pero funciona por la convicción de su narración y posee un estilo especial. Por ejemplo, el logo de Universal con el que comienza la película es el del ‘67, y varios cuadros presentan rayones y suciedad, típico de las películas filmadas en celuloide que uno ve hoy en DVD o Blu-ray. Esta Ouija evoca el cine de terror del pasado, y me gusta pensar que, quizás, Flanagan la diseñó como un filme perdido en las bóvedas de Universal que encontró por accidente.

Los efectos especiales son mejores que en Somnia, y la escenografía es austera, aunque de una belleza lóbrega; y el diseño de vestuario es lo mejor, pues expresa la moda de la época, el estilo propio de los personajes, y provee el contexto emocional, a través de los colores, de ciertas escenas.

Debo decir que no vi el filme de 2014, pero no estoy seguro de si habría sido necesario. Hay una escena poscréditos (o sea, hay que quedarse hasta el final), pero esta sólo vincula ambas películas; no hay que saber nada del filme anterior para entender esta precuela, que, por lo demás, está perfecta para ver en Halloween.

Un dato curioso: el cura del filme es interpretado por Henry Thomas, Elliott de E.T. el extraterrestre (1982). Como que eso me asustó casi tanto como los fantasmas aquí.

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