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“Tenemos el compromiso de avanzar en una política más robusta de inclusión en la educación superior”: Víctor Orellana, subsecretario de Educación Superior

Por: Anibal Torres Durán 08 de Mayo 2023
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

En medio de su visita, Victor Orellana, subsecretario de Educación Superior, conversó con Diario Concepción, sobre los principales desafíos que tiene la cartera educativa con universidades, centros de formación técnica e institutos de regiones, pero principalmente con las instituciones de la Región del Biobío.

Financiamiento, salud mental de los estudiantes, descentralización y proceso constituyente, fueron los principales temas que trató Orellana.

-¿Cuáles son los principales objetivos y también los balances que ha dejado su visita a Biobío?

-Vinimos a acompañar a la Universidad del Bío Bío en un evento de una plantación de árboles en el Parque Urbano. También estuvimos en la Universidad de Concepción, con el rector Carlos Saavedra, con su equipo, y le entregamos un computador que ha donado la Fundación Chilenter a Felipe Paredes, que es un estudiante de medicina seleccionado nacional de básquetbol y que tiene una condición que dificulta su movilidad, y tuvo un rendimiento muy importante en La Paz (Bolivia) y que estamos apoyando.

Tenemos el compromiso también como Subsecretaría y como Ministerio de Educación de avanzar en una política más robusta de inclusión en la educación superior.

-¿Qué pudo observar de la realidad de la educación superior acá en la Región del Biobío?

-La educación superior en esta Región es muy relevante, está en su historia, está en su ADN. Las universidades, como pasa con la Universidad de Concepción y las que son del Estado, tienen también una misión fundamentalmente pública. También las instituciones del mundo privado tienen el gran desafío de llevar a las regiones del país al desarrollo, de ser las fuentes de conocimiento, ciencia, técnica, innovación, humanidades y cultura, para que las regiones del país puedan dar un salto y podamos resolver los problemas que teníamos pendientes todavía como sociedad. Y nosotros estamos trabajando en esa dirección.

-¿Tiene algún ejemplo de cómo las universidades, tanto públicas como privadas con carácter público, pueden aportar a la educación superior chilena?

-El propio evento del Parque Urbano de la Universidad del Bío Bío muestra la importancia que tiene, sobre todo en esta ciudad, la construcción del panorama urbano. Y luego, creo que un elemento importante en el que tenemos que avanzar es en vincular las estrategias de desarrollo donde participan las universidades, más con el quehacer que tienen, y dirigir la investigación y la formación profesional a los desafíos de interés regionales. Hay varias áreas, por ejemplo, en el tema de las pedagogía. Tenemos como país una tarea todavía pendiente en formación inicial docente, pero también vincularnos más con el sector productivo.

Ahí le queremos dar a la educación técnico profesional, por ejemplo, una misión de esa naturaleza, incorporándola al sistema de innovación y transferencia tecnológica. Es decir, hay muchas partes, tanto en formación académica como en investigación, que si alineamos los objetivos de desarrollo regional con los objetivos de las instituciones y los instrumentos de financiamiento, podemos dar un paso adelante y superar una etapa del país donde la educación superior, lamentablemente, ha tenido que lidiarse con los equilibrios de la oferta y la demanda propia de los mercados.

-En Concepción, como ciudad universitaria, ¿cómo se vincula este tipo de objetivos de sacar la educación superior de este estancamiento, de esta relación entre oferta y demanda?

-No siempre la oferta y la demanda coinciden con los objetivos de interés nacional y uno de esos ejemplos es la pedagogía. Tenemos un déficit en formación de profesores y necesitamos política pública para eso. Estamos trabajando en ello, tenemos que hacerlo rápido. Estamos en coordinación con las distintas instancias del Ministerio de Educación y los actores del ámbito profesional docente. Entonces, tenemos un desafío, por ejemplo, de la reactivación educativa y hemos tratado de vincular la educación superior a este objetivo a través de la reactivación educativa a través del plan de tutorías. Estamos trabajando fuertemente en eso.

Eso demuestra que tenemos que tener lineamientos públicos de interés general y, por supuesto, ahí puede participar el sector privado. Pero tenemos que fijar objetivos de interés nacional vinculados al desarrollo, darle una épica a la educación de las personas, al servicio de la vida, en cohesión y respeto de la vida y no generar nuevas zonas de sacrificio.

Eso es un desafío que tenemos a propósito de la Estrategia Nacional del Litio. Hay una responsabilidad de las universidades, por ejemplo, de investigar y de ver cómo podemos explotar esta riqueza que es de todas y todos en el mayor respeto posible con la naturaleza y, por lo tanto, en la construcción de un desarrollo sostenible a nivel regional. Las universidades son, yo diría, insustituibles.

-Ya en el análisis nacional, ¿cuál es la actualidad del financiamiento en la educación superior?, ¿hay algo que quizás estén trabajando como Gobierno?

-Nosotros en la educación superior tenemos una estructura de gasto expansiva que debe ser controlada. Tanto el Crédito con Aval del Estado, como la expansión del financiamiento vía gratuidad a nuevas instituciones, ha generado una expansión del gasto fiscal y nosotros pensamos que es necesario reorganizar. No es que el país se ponga a gastar grandes sumas de dinero más en educación superior, porque ya se invierte bastante y más bien la pregunta es cómo invertir mejor, cómo gastar mejor. Entonces, ahí hay un proceso, nosotros le llamamos de modernización, donde se incluyen una serie de materias, como la superación de las deudas y del Crédito con Aval del Estado. Tenemos un trabajo también en relación con los actores de las instituciones, por ejemplo, con los distintos rectores y rectoras.

Naturalmente, cuando uno hace estas iniciativas que involucran gasto se tiene que ver a nivel de Gobierno, en conjunto. Por lo tanto, es difícil adelantar plazos y tienen que venir ciertamente más recursos. Pero estamos trabajando en esa dirección con la finalidad de reorganizar los instrumentos de financiamiento y gastar mejor, es decir, invertir mejor, redirigir mejor los recursos, hacerlo con más eficiencia, con más responsabilidad de tal manera de poner la educación superior a disposición del desarrollo.

-¿Hay otro aspecto clave, quizás dentro de esta misma modernización que usted señalaba, dentro de la vida académica en la educación superior?

-Yo creo que un tema muy relevante de esto es la salud mental de las y los estudiantes. Tenemos que atender a un problema social general que se agudizó con la pandemia, pero que de alguna manera ya venía de antes. Yo creo que tenemos que enfrentar esto como país, no solo de una perspectiva clínica, que por supuesto tiene que haber atención, psicólogo, dispositivo e instancias que acompañen a las personas, pero tenemos que enfrentarlo de una perspectiva, fundamentalmente, con cambio en nuestros procesos académicos, de tal manera que la experiencia en la educación superior en los centros de formación técnica, en los institutos profesionales, en las universidades, sea una experiencia de felicidad, de inquietud intelectual, de desarrollo y no sea una experiencia de agobio ni que se torne un peso, que sea exigente, pero al mismo tiempo que sea exigente, sea también motivante. Despierte nuestra curiosidad y en el fondo expanda nuestra libertad. Y para eso se necesita un proceso de cambio académico.

-Sobre la salud mental de los estudiantes, ¿qué puntos hay que trabajar con las universidades para que se vaya generando un regreso mejor a la modalidad presencial?

-Pensamos que uno de los primeros elementos que hay que hacer es revisar hasta qué punto lo online llegó. Las nuevas tecnologías, en nuestra opinión, no son inhumanas, todo lo contrario, son logros de la humanidad, pero deben ponerse al servicio de nuestro desarrollo personal y colectivo. Por lo tanto hay que indagar hasta qué punto tenemos que compatibilizarnos con lo on-line. Y luego, en términos de la sociabilidad, hemos vuelto a aprender de que la educación no es solo un proceso académico, es un proceso formativo social donde la persona se construye. Las universidades no solo forman profesionales y hacen investigación, crean cultura. Los Bunkers serían imposibles sin la Universidad de Concepción, por ejemplo. Y me parece a mí que allí hay una clave. Hemos descubierto que la sociabilidad es muy relevante y por eso estas materias de salud mental son tan importantes para el Ministerio en este momento vamos a elaborar un plan de salud mental.Esto sobre la base de un diagnóstico que estamos ya finalizando. Vamos a iniciar una etapa de diálogos participativos con la comunidad, con los estudiantes que están agrupados, con los centros de estudiantes en distintas casas de estudio y de eso vamos a derivar acciones y esperamos finalizar el segundo semestre con la presentación de una política que acompañe y que insume esta modernización de naturaleza académica que queremos llevar adelante en diálogo con el sector.

-Sobre el proceso constituyente, ¿Cómo va a determinar el futuro de la educación superior acá en Chile?

-Es muy importante señalar que este país, que ya lleva dos procesos constituyentes, de alguna manera transita por un ciclo de cambios. Como todo ciclo de cambio se genera incertidumbre. A veces las personas no saben cómo va a ser su futuro y cómo va a ser el futuro de las instituciones y eso también ocurre con la educación superior. Las instituciones dicen cómo va a ser el futuro. Vamos a contar con las definiciones institucionales, con los mecanismos de financiamiento. Ahora, yo quisiera señalar ahí que no es casualidad que sean las universidades las instancias encargadas del proceso participativo, porque tienen un papel fundamental que es jugar en el diálogo entre sociedad y política, y lo hacen efectivamente. Creo que si el país encuentra el camino del diálogo y de los cambios en un contexto de diálogo, va a haber un futuro fecundo para la educación superior sobre la base de un sistema mixto y de un fortalecimiento de las instituciones del Estado. Creo que no hay contradicción en aquello. Creo que las señales que hemos visto de la educación superior va a ser buscar aquellos entendimientos. Así que yo por lo menos tengo optimismo y esperanzas sobre el futuro, pero como en todo proceso, creo que las personas tienen la última palabra y tienen que hacerse presentes.

La sociedad no puede ser expectante de esto, yo creo que tenemos la responsabilidad de participar en las distintas veredas en que estemos. Así que si una sociedad se pone participativa y asume esta responsabilidad, yo creo que vamos a llegar a buen puerto.

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